Columna

Contradicción

Los informes del Instituto Andaluz de la Mujer sobre los malos tratos son esclarecedores: si de cada 100 mujeres sólo dos solicitan ayuda tras la primera agresión, si el maltrato se repite diariamente en la mitad de los casos y si el 81% de los denunciados quedan en libertad, algo raro ocurre en la justicia. Si el 44% de las víctimas no recibe apoyo familiar, algo falló en la educación de esas familias; y si las agredidas tienen más nivel de formación mientras que sus agresores tienen más nivel de empleo y, claro está, más recursos económicos, es que algo funciona mal en la sociedad.

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Los informes del Instituto Andaluz de la Mujer sobre los malos tratos son esclarecedores: si de cada 100 mujeres sólo dos solicitan ayuda tras la primera agresión, si el maltrato se repite diariamente en la mitad de los casos y si el 81% de los denunciados quedan en libertad, algo raro ocurre en la justicia. Si el 44% de las víctimas no recibe apoyo familiar, algo falló en la educación de esas familias; y si las agredidas tienen más nivel de formación mientras que sus agresores tienen más nivel de empleo y, claro está, más recursos económicos, es que algo funciona mal en la sociedad.

Todo es un cúmulo de contradicciones. Para empezar, se supone que queremos acabar con la violencia y que necesitamos subir en índice de natalidad, pero una joven casada o con pareja tiene dificultad para encontrar un puesto de trabajo porque puede tener esos hijos que se necesitan, los mismos por los que tan frecuentemente son castigadas con el paro y la dependencia económica que facilitará el maltrato a base de aguante y silencio, maltrato cuya violencia recibirán y aprenderán los hijos. Puede ser que la solución sea verdaderamente difícil, pero más bien me inclino a creer que ni el deseo es profundo ni la necesidad perentoria.

Es sabido y repetido que una cosa es la igualdad legal y otra la que, según se siente y se piensa, se cumple o no se cumple. ¿Qué se siente al saber los datos del maltrato y las dificultades de la maternidad? ¿Indignación, miedo, indiferencia? ¿Se piensa en la violencia de la juventud, en la ETA, en las futuras pensiones, en nada, en que se lo tienen merecido? ¿Y de las reivindicaciones de las mujeres? ¿Se siente miedo, aversión? ¿Se sabe y se piensa que el feminismo es la doctrina que considera justa la igualdad de derechos entre hombres y mujeres mientras que el machismo acepta la discriminación, considera superior al varón y exalta las cualidades que se le consideran propias, especialmente la fuerza y la agresividad? Viene en el diccionario. La aprobación o el rechazo de esas cualidades depende de la educación. Si lo que se pretende es eliminar la discriminación por raza, religión o sexo, no hay nada como poner los medios para ello.

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