El cuadro que nunca salió de la clandestinidad
Fue el periodista Nacho Abad quien desveló, a través del periódico de Comisiones Obreras, Madrid Sindical, que el icono de la transición, aquel cuadro de El abrazo, seguía en la clandestinidad. El propio Juan Genovés le confesó que, a lo mejor, era su destino natural: la pintura había nacido en la clandestinidad y seguía en la clandestinidad, guardado de cualquier mirada en un almacén en el Museo Reina Sofía.
El abrazo ha tenido una larga y oscura -por lo oculta- historia. La obra había sido adquirida por un coleccionista de Chicago y fue el Gobierno de Adolfo Suáre...
Fue el periodista Nacho Abad quien desveló, a través del periódico de Comisiones Obreras, Madrid Sindical, que el icono de la transición, aquel cuadro de El abrazo, seguía en la clandestinidad. El propio Juan Genovés le confesó que, a lo mejor, era su destino natural: la pintura había nacido en la clandestinidad y seguía en la clandestinidad, guardado de cualquier mirada en un almacén en el Museo Reina Sofía.
El abrazo ha tenido una larga y oscura -por lo oculta- historia. La obra había sido adquirida por un coleccionista de Chicago y fue el Gobierno de Adolfo Suárez el que negoció su cambio por otra obra de Genovés. Quería Suárez que aquella pintura, símbolo de un tiempo y una historia, volviera a España. Lo consiguió. El cuadro fue destinado al Museo de Arte Contemporáneo, en la Universidad Complutense.
Pero el lienzo, misteriosamente, no aparecía. Empleados afiliados a CC OO lo descubrieron por fin oculto en un oscuro almacén. Se expuso hasta la desaparición de la pinacoteca y su traslado al Reina Sofía. Pero otra vez el cuadro fue a parar al almacén. Nadie hallaba, al parecer, sitio para mostrar la obra.
-Allí está, en un sótano. Sólo lo sacan cuando vienen a hacerme una entrevista los de alguna televisión extranjera. Vino una vez una cadena japonesa a hacer un reportaje sobre la transición. Me dijeron que me querían entrevistar con el cuadro. Lo sacaron, me hicieron la entrevista y lo volvieron a guardar.
Dice Genovés que a él ya no le preocupa. Que el cuadro ya no es suyo. Que es de quienes lo adoptaron como símbolo en aquellos años.
-A veces, sabe usted, a veces me dicen que reclame que lo expongan. Pero pienso que deben hacerlo otros. Yo, ¿para qué quiero más? Lo mejor que le puede pasar a un artista es que su obra pase a ser del pueblo. Y ese cuadro ya es de todos, ¿no le parece?