Tribuna:

Rapsodia

Hay muchas formas de recordar lo que fue Madrid en el siglo XX, que hoy termina. Una de ellas es la rapsodia, viaje impresionista por el sonido musical de la Villa durante 100 años. Junto con Nueva York, París, Sevilla y Buenos Aires, Madrid es una de las ciudades a la que más canciones han dedicado los compositores populares, como protagonista o como telón de fondo.El siglo comenzó con sonido de chotis y zarzuela, y así continuó unas décadas. Coincidiendo con la Segunda Guerra Mundial, la capital se vio invadida por el cuplé, de aroma francés con sal gorda valenciana: La Chelito, desde un...

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Hay muchas formas de recordar lo que fue Madrid en el siglo XX, que hoy termina. Una de ellas es la rapsodia, viaje impresionista por el sonido musical de la Villa durante 100 años. Junto con Nueva York, París, Sevilla y Buenos Aires, Madrid es una de las ciudades a la que más canciones han dedicado los compositores populares, como protagonista o como telón de fondo.El siglo comenzó con sonido de chotis y zarzuela, y así continuó unas décadas. Coincidiendo con la Segunda Guerra Mundial, la capital se vio invadida por el cuplé, de aroma francés con sal gorda valenciana: La Chelito, desde un teatro madrileño, alborotó las partes pudendas de España con La pulga, procacidad que dio mucha vidilla a nuestros bisabuelos. El cuplé si viste de largo con dos melodías que llevan el nombre de Madrid por todo el mundo, y así seguirá siendo en el próximo milenio: La violetera y El relicario, ambas del genial valenciano José Padilla. Existen en el mercado las primeras versiones grabadas, en la voz de la mítica Raquel Meller. La violetera fue elegida por Charles Chaplin como banda sonora de Luces de la ciudad, con el violín solista de Xavier Cugat. Chaplin tuvo el descaro de firmar la melodía como suya; tras largo pleito, Padilla demostró que Charlot había perdido la vergüenza y, desde luego, el juicio.

Viene luego la avalancha de la copla. Madrid es protagonista directa o indirecta de algunos de los temas más populares del género, desde Romance de la reina Mercedes hasta las Coplas de Luis Candelas. De repetente se escucha a La Argentinita cantar Puente de los franceses, y las bombas ordenan callar a las guitarras. Travesía del desierto con sonido a miedo, motete y vía crucis. En los sesenta los cantautores, y poco después los rockeros, tomaron la alternativa. En 1965, los Beatles actuaron en Las Ventas presentados por Torrebruno. Pongamos que hablo de Madrid, de Joaquín Sabina, está a la altura de lo mejor que el siglo ha dedicado a la ciudad. A pesar de todo, de Cascorro a Chamberí sigue pasando la tuna. Hoy comienza otra partitura.

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