Tribuna:REDEFINIR CATALUÑA

Y va reinando la reina madre... PILAR RAHOLA

Se acaba el año y, viendo el balance, casi podríamos hablar de un calendario fijado en atentados y no en meses; que esto nuestro se ha convertido en un ritual macabro dividido entre lo que nos decimos antes del atentado, el funeral que presidimos más o menos conjuntamente y lo que nos reprochamos después. Ha desaparecido la política, suplantada por el tiroteo violento y el estruendo dialéctico, y en medio de todo ello, la nada. Pero cuidado, que ya nos avisó Nietzche, que si algo está lleno de todo es justamente la nada, así que habrá que ver qué fauna puebla los recovecos de nuestro particula...

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Se acaba el año y, viendo el balance, casi podríamos hablar de un calendario fijado en atentados y no en meses; que esto nuestro se ha convertido en un ritual macabro dividido entre lo que nos decimos antes del atentado, el funeral que presidimos más o menos conjuntamente y lo que nos reprochamos después. Ha desaparecido la política, suplantada por el tiroteo violento y el estruendo dialéctico, y en medio de todo ello, la nada. Pero cuidado, que ya nos avisó Nietzche, que si algo está lleno de todo es justamente la nada, así que habrá que ver qué fauna puebla los recovecos de nuestro particular agujero negro. Parece que, en lo político, pues, no ha pasado nada, pelea vasca al margen. Y sin embargo, ¿el no pasar nada no es justamente una forma extrema de pasar mucho? A vuelo de pájaro, el año nos ha traído decenas de cadáveres emigrantes vomitados desde nuestros estómagos de vergüenza, nos ha regalado un submarinito amarillo a la última moda nuclear, nos ha perdonado las bromitas de este buenazo de Liaño, y para hacerlo más bonito, y a la catalana, nos ha puesto en el pesebre a un caganer con finca en Andorra y apellido bien nostrat, ese Pallerols de cristiana memoria. Pero no ha pasado nada. Y así, mientras descubrimos que en la Gamba olímpica de la Barcelona más olímpica aún, niños sin papeles esnifan cola y se acurrucan a montones para no pasar más frío del que ya anida en su alma, en el Parlament se quieren, se besuquean y uno a uno se desean feliz Navidad. Carod, un poco enfadadillo con Pujol porque no le corresponde su amor puro. Ribó, en fase catártica, después de la jubilación anticipada. Maragall, a sus labores, que demasiado hace el hombre repartiendo carteras inexistentes a sus amigos ciudadanos. Y Pujol, reinando, cual reina madre que se sabe eterna. Mientras, en la Gamba, vamos esnifando cola...Sostengo, con indisimulada indignación, que la no política catalana -y su alter ego de la no política española- es una forma extrema de política, sólo que se basa en que no pase nada en lo parlamentario mientras pasa de todo en lo ciudadano. En las Españas todo va bien menos la necesaria cruzada contra la encarnación judeo-masónica-separatista del PNV. Y hasta eso les va bien. Y en las Cataluñas, nos cocemos en la olla pujoliana del anar fent, aunque nadie sepa hacia dónde vamos haciendo lo que vamos haciendo. Por cierto, ¿qué vamos haciendo? Así, el año parece un año tranquilo, donde la vida ha fluido y la reina madre nos ha gobernado como tiene que ser: siendo. Y sin embargo, como dice la copla..., no. Paradigma de lo que intento expresar en esta serie, el 2000 ha sido un año terrible, donde el hambre ha tomado cuerpo de manera brutal, donde la física de la marginación ha sido mucho más contundente que la metafísica de nuestros políticos, donde lo real y lo vivo se nos han muerto a bordo de patera y estrecho. Pero no pasa nada. Porque la nueva política -como ya sabía la vieja política de nuestra infancia franquista- no es política. Es gestión de baja intensidad, comadreo, pelillos a la mar de corruptelas perdonables, retóricas varias sobre amores y desamores, poca ideología, menos programa, nulo debate. Por favor, díganme ustedes un solo debate, uno solo real, vinculado brutalmente, apasionadamente a los dramas que nuestra sociedad vive silenciosamente. Si hacemos el balance de nuestro Parlament -o del Congreso, Madrid enllà-, sólo conseguimos hacer buena la máxima que acuñó Fernández Ordóñez: que la ideología es la punta de la servilleta y lo demás son relaciones públicas. Bien, pero, señorías, ¡¡no hacía falta tomárselo tan radicalmente al pie de la letra!!

Y sin embargo, repite la copla..., no. Si queremos redefinir Cataluña, y abrir una etapa nueva en este país milenario que estrena milenio, habrá que cambiar seriamente de política, es decir, habrá que volver a hacer política. Política desde los sindicatos, que tan callados están cuando el río baja cargado... ¡Qué silencio clamoroso en el caso Pallerols, queridos míos, y eso que el tema iba de lo vuestro...! Política desde los partidos, que se han convertido en comedoras a lo grande sin más horizonte que el de la siguiente lista electoral. No es extraño que ganen los congresos los secretarios de organización o los guaperas de mucha foto y poca palabra, o los chicos aplicados. Que da miedo lo auténtico. Decía Llátzer Moix que "los enemigos de la complejidad se multiplican, se rinde culto a lo inmediato, a lo digerible", y no hablaba sólo de televisión... Y volver a la política parlamentaria, es decir, coger la calle, la calle que duerme en la calle, la que no tiene papeles, la que esnifa cola con 15 años, la que está pudriéndose de purines y puignerós varios, la que mata mujeres como si fuera una olimpiada del horror, la que se va fracturando a golpe de globalización, cogerla y convertirla en materia parlamentaria. Que la calle existe incluso cuando llora en silencio.

¿Balance del 2000? Pues señorías, que esto que ustedes hacen no va. Que no se puede entender tanto ruido social y tanto silencio parlamentario, imbuidos en sus cosas, alimentados en su ego de declaración y contradeclaración, a ver quién consigue el titular más grande, el corte mejor de voz, sus 15 minutos warholianos de gloria diaria. Me decía Quim Nadal el otro día que tiene que hablar con mucho cuidado, por aquello del peligro del fuera de contexto. Pero Quim, ¡si no decís nada!, ¡si hace mucho que sólo habláis para vosotros!, ¡si habéis convertido la retórica hueca en la única ideología! ¿De qué preocuparse?

Perdonen ustedes pero el año me quema. Esas colas, ésas, de centenares de almas pidiendo un papel para poder semiesclavizarse legalmente, y ni eso...; esas mujeres, ésas, que van muriendo a golpes y nos dinamitan todas las estadísticas...; esos niños, ésos, que no existen a pesar de mal morir a la sombra de nuestra ciudad prodigiosa... Ese 2000, ése, que no inunda nuestra vida política, y sin embargo es tan real que dinamita nuestras entrañas. 2000 de vergüenza. Pero, ¿y qué? La reina madre es feliz, lo es la oposición, el baño María funciona eficazmente, todos están encantados con su parcelita, ¿para qué, pues, ensuciar la moqueta?

¿Redefinir Cataluña? Empecemos por redefinir de qué carajo hablamos cuando decimos que hablamos de política. Porque lo vuestro, Quim..., lo vuestro sólo es marujeo de altura.

Pilar Rahola es escritora y periodista pilarrahola@hotmail.com

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