Un embargo de Hacienda desencadenó la matanza de la empresa de Boston

Michael McDermott, de 42 años, tenía problemas con el fisco y con el casero. No pagaba. A Hacienda debía unos 2.000 dólares (unas 350.000 pesetas). Al dueño de su apartamento no le abonó la renta de septiembre ni de octubre, 840 dólares cada mes. Hacienda había acordado con Edgewater Technology, la empresa de Massachusetts en que trabajaba McDermott, que le retuviera la nómina para saldar la deuda. Las retenciones iban a comenzar pasadas las fiestas navideñas. McDermott, que la semana pasada tuvo una sonora disputa en la oficina por ese motivo, descerrajó el martes 37 tiros contra sus compañer...

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Michael McDermott, de 42 años, tenía problemas con el fisco y con el casero. No pagaba. A Hacienda debía unos 2.000 dólares (unas 350.000 pesetas). Al dueño de su apartamento no le abonó la renta de septiembre ni de octubre, 840 dólares cada mes. Hacienda había acordado con Edgewater Technology, la empresa de Massachusetts en que trabajaba McDermott, que le retuviera la nómina para saldar la deuda. Las retenciones iban a comenzar pasadas las fiestas navideñas. McDermott, que la semana pasada tuvo una sonora disputa en la oficina por ese motivo, descerrajó el martes 37 tiros contra sus compañeros y mató a siete de ellos, cuatro mujeres y tres hombres. Ayer se declaró inocente y su abogado alegó que McDermott tiene problemas psiquiátricos y por ello estaba tomando medicación.McDermott no dio una explicación de lo ocurrido el día anterior en la empresa, en la que trabajaba desde marzo como técnico informático. "Todo apunta a que disparó contra quien quería, no de forma indiscriminada", comentó la fiscal del condado, Martha Coakley. Uno de sus ayudantes, Tom O'Reilly, ofreció más detalles: "No falló casi ningún tiro. Casi todos los disparos dieron a alguien". Las víctimas fueron alcanzadas en la cabeza o en la espalda. McDermott se cebó en uno de sus compañeros. Varias de las víctimas trabajaban en el departamento de contabilidad.

Un comunicado de Edgewater señaló que "no había motivo para prever que fuera a actuar así ni para impedirle el acceso al edificio", aunque su jefe comentó que "era el único capaz de hacer algo semejante". McDermott era taciturno y hosco y la relación de trabajo se había deteriorado.

Sus vecinos le definen como callado y raro, pero no al extremo de ejecutar una matanza. A uno de ellos le sorprendió verle sonreír el día de Navidad. McDermott, de 1,87 de altura, larga barba y 125 kilos de peso, divorciado, fue electricista en un submarino nuclear. La policía encontró ayer armas y material explosivo en su casa.

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