La dedicación de Piqué a Exteriores diluye el 'giro catalanista' del PP

Los dirigentes del Partido Popular de Cataluña más identificados con el catalanismo de Josep Piqué ven con preocupación cómo el trabajo del ministro en Asuntos Exteriores le resta capacidad de actuación en la política catalana. El PP emprendió en el congreso regional del pasado septiembre un giro catalanista que en apenas dos meses se ha ido diluyendo ante la ausencia del ministro y la falta de autonomía de la dirección catalana.

El pasado septiembre, el presidente del Partido Popular, José María Aznar, lanzó a Piqué como líder de hecho del PP catalán y principal abanderado del ...

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Los dirigentes del Partido Popular de Cataluña más identificados con el catalanismo de Josep Piqué ven con preocupación cómo el trabajo del ministro en Asuntos Exteriores le resta capacidad de actuación en la política catalana. El PP emprendió en el congreso regional del pasado septiembre un giro catalanista que en apenas dos meses se ha ido diluyendo ante la ausencia del ministro y la falta de autonomía de la dirección catalana.

El pasado septiembre, el presidente del Partido Popular, José María Aznar, lanzó a Piqué como líder de hecho del PP catalán y principal abanderado del giro catalanista, una operación que CiU percibió como una "OPA hostil". Pero cuando han pasado ya dos meses desde aquel congreso, que el PP calificó de "histórico", el partido no ha dado ningún paso para ocupar el espacio central de la política catalana y, a juicio de algunos dirigentes del propio PP, incluso ha retrocedido.Estos sectores creen que la capacidad de conexión del PP con la sociedad civil catalana era mayor en la pasada legislatura, cuando Piqué ocupaba la cartera de Industria y era portavoz del Gobierno. En aquellos tiempos, el ministro mantenía reuniones periódicas con los empresarios y transmitía sus peticiones con el objetivo indisimulado de convertirse en el interlocutor privilegiado en detrimento de CiU.

Ahora, en cambio, Piqué apenas incide en la política catalana y su intento de erigirse en portavoz de los empresarios catalanes en Madrid quedó en entredicho con la concesión, el pasado noviembre, de las licencias de televisión digital al no prosperar su apuesta por el Grupo Godó.

El ministro está absorbido por completo por su trabajo en el Ministerio de Asuntos Exteriores, y pasa más tiempo a bordo de un avión que reuniéndonse con la sociedad civil o con sus correligionarios catalanes. En alguna ocasión, su principal colaborador en Cataluña, el diputado autonómico Francesc Vendrell, ha tenido incluso que trasladarse a Madrid para poder despachar con el ministro durante el vuelo de regreso a Barcelona, según fuentes de la dirección.

El giro catalanista no ha supuesto, de momento, la incorporación al partido de ningún fichaje que pueda realizar la labor que antes desarrollaba Piqué y la ministra Anna Birulés sigue sin afiliarse al partido. Tampoco ha habido cambios significativos en la estructura territorial del partido.

De los cuatro presidentes regionales elegidos en los congresos provinciales tras el cónclave regional, únicamente Alicia Sánchez Camacho (Girona) tiene la entera confianza de Piqué. Pero en Lleida, el candidato apadrinado por Piqué -el diputado Josep Maria Fabregat- fue derrotado y en Barcelona Piqué ni siquiera logró convencer a la portavoz parlamentaria, Dolors Nadal, para que optara a encabezar la formación.

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El espejismo PPC

La dirección del PP catalán tampoco ha ganado autonomía tras el congreso, a pesar de que en el cónclave se adoptó la decisión de incorporar la letra C a las siglas del partido en Cataluña para subrayar su catalanidad. Esta decisión no ha tenido ninguna aplicación práctica: ni siquiera las instancias oficiales del partido utilizan estas siglas, que siguen vivas sólo por el voluntarismo de su principal inspirador, el diputado autonómico y vicesecretario general Daniel Sirera.

Los documentos del PP, así como la web nacional de la formación, otorgan al PP catalán exactamente el mismo trato que las otras 16 organizaciones autonómicas. Además, las siglas PPC constan en la lista de partidos del Ministerio del Interior para formaciones como el Partido Positivista Cristiano, pero no para el PP de Cataluña.

El PP amonestó a su portavoz tras pedir diálogo en el conflicto vasco

La falta de autonomía de la cúpula regional ha dejado únicamente para consumo interno los planteamientos propios que no coinciden plenamente con la línea marcada desde Madrid. Los ejemplos abundan en los últimos meses y destaca la posición ante el sistema de matriculación de vehículos, ante el caso Pallerols y ante la petición de diálogo expresada en la manifestación de Barcelona tras el asesinato de Ernest Lluch.Dirigentes significativos del partido, como Enrique Lacalle y Santiago Fisas, han mostrado internamente su rechazo al nuevo sistema de matriculación de vehículos, que no incluye distintivos autonómicos, pero el partido no ha hecho suyos estos planteamientos. En el caso Pallerols, la mayor parte del grupo parlamentario defiende la creación de una comisión de investigación para esclarecer el caso, pero la dirección nacional no da luz verde a esta iniciativa y, por tanto, sigue congelada en el Parlament.

Las reservas a la política antiterrorista del ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, también se quedan en el ámbito privado. A pesar de que dirigentes significativos del PP catalán -diputados y miembros de su ejecutiva regional- apuestan en privado por dialogar con el PNV, el PP volvió a quedar fuera del consenso en Cataluña tras el asesinato de Ernest Lluch al mostrarse contrario al diálogo.

La única voz heterodoxa fue la portavoz del partido, Alicia Sánchez Camacho, quien en un debate reciente en TV-3 se mostró firmemente partidaria del diálogo e incluso evocó el Ulster como precedente, una comparación rechazada tajantemente por el PP. No obstante, el atrevimiento de Alicia Sánchez Camacho le valió una amonestación por parte del aparato de la formación, que le recordó la postura oficial del partido, según aseguran fuentes de la cúpula regional.

La posición del PP tras la manifestación en Barcelona en favor del diálogo fue recibida como un duro golpe en los sectores más renovadores, que la consideran un serio contratiempo en el intento del partido de ocupar la centralidad política también en Cataluña.

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