Ancianos del geriátrico de Reus murieron por los sedantes, dice Frontela

Luis Frontela no defraudó. El controvertido médico forense tuvo ayer ocasión de desahogarse en el caso Catalunya Llar a partir de las preguntas del fiscal. De forma contundente se ratificó en el contenido de las autopsias que practicó en 1995 a 14 cadáveres de ancianos que habían residido en el geriátrico de Reus, cuyos propietarios se sientan en el banquillo acusados de cuatro homicidios por sobremedicación. Frontela declaró que había hallado en los restos de por lo menos tres ancianos grandes cantidades de sedantes que habían sido causa directa de su muerte.

Los ancianos que, de acuer...

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Luis Frontela no defraudó. El controvertido médico forense tuvo ayer ocasión de desahogarse en el caso Catalunya Llar a partir de las preguntas del fiscal. De forma contundente se ratificó en el contenido de las autopsias que practicó en 1995 a 14 cadáveres de ancianos que habían residido en el geriátrico de Reus, cuyos propietarios se sientan en el banquillo acusados de cuatro homicidios por sobremedicación. Frontela declaró que había hallado en los restos de por lo menos tres ancianos grandes cantidades de sedantes que habían sido causa directa de su muerte.

Neumonía y sepsis

Los ancianos que, de acuerdo con Frontela, murieron por sobredosis de medicación eran Alfred Perlinger, Vicenta Trenzano y Josep Maria Vidal Rovira. A este último se le detectaron asimismo restos de algún tipo de detergente. En el riñón de uno de los ancianos muertos se encontraron 44 microgramos por mililitro de sangre de diazepan. "cuando 20 o 25 ya es una cantidad letal", a juicio de Frontela. Sin ninguna duda, el forense aseguró que estas cantidades no podían obedecer a un consumo reiterado de sedantes, administrados por prescripción médica, sino a "una intoxicación".El catedrático de Medicina Legal, para algunos una eminencia, para otros excesivamente polémico, explicó que el estado de putrefacción avanzado del resto de cadáveres que examinó en abril de 1995, tras la exhumación de los mismos, no permitía "ni descartar ni afirmar" que la sobresedación fuera la causa de su muerte.

Frontela no defraudó la espectación que despertaba su testimonio. Llegó a la Audiencia de Tarragona después de que el tribunal hubiera escuchado repetidamente que ni los forenses de Reus ni los informes del Instituto Nacional de Toxicología habían hallado restos de sedantes en los cuerpos de los ancianos. "Los informes se hicieron sobre restos de orina, no de sangre, que es más fiable", espetó Frontela, quien intervino en el juicio a petición del juzgado de instrucción de Tarragona. El forense explicó que, además de examinar la sangre y las vísceras, su dictamen se había basado en el historial clínico de los ancianos fallecidos.

Frontela destacó que los certificados de defunción de los ancianos no coincidían en muchas ocasiones con la causa real de su muerte y que el historial médico de alguno de ellos, como por el ejemplo el de Perlinger, revela que "no existió control alguno de su enfermedad: con una neumonía y sepsis (infección generalizada), tendría que haber sido ingresado en un hospital". Si la jornada de ayer era una de las más esperadas de la vista oral, dado que en los resultados de Frontela se sustenta buena parte de la acusación contra los propietarios de la residencia, Josep Maria Mengual y Gloria Pané, y el médico y una empleada de la misma, Pere Gomis y Amèlia Castellnou, la de hoy no lo será menos con el interrogatorio de las defensas, que ya avanzaron en los pasillos de la Audiencia que serán muy duros con el forense de Sevilla.

El testimonio de Frontela se produce después de un continuo vaivén de declaraciones de testigos y peritos, que tan pronto presentan a la residencia como un modelo de gestión, como un lugar en el que el maltrato a los ancianos era moneda corriente. Así, el forense que declaró el lunes, Octavi Chiapela, presente en el registro policial a la residencia, en enero de 1995, calificó de "brutal" la operación, aseguró que los agentes se dedicaron a buscar "sustancias venenosas" y afirmó que la comisión judicial había juzgado como inadmisible que los ancianos llevaran pañales o estuvieran atados, cuando estos extremos son normales en este tipo de establecimientos. Chiapela se mostró de acuerdo con el dictamen del Instituto Nacional de Toxicología, que no halló dosis excesivas de sedantes en los cuerpos de los ancianos.

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Josep Lluis Sellart

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