Reportaje:

Artesanía mecánica para niños

El teatro de autómatas recupera en Vitoria las antiguas atracciones de feria

"Señoras y señores, niños y niñas, el teatro de autómatas ha llegado a la ciudad". José Luis Luna anuncia a los presentes a pleno pulmón la apertura al público de un espectáculo que recupera no sólo una antigua atracción de feria única en el mundo, sino un auténtico museo de figuras automatizadas de valor incalculable. La escena se desarrolla en la plaza de España de Vitoria en los últimos días del siglo XX, pero reproduce con absoluta fidelidad comportamientos propios de un pasado no tan lejano como puede parecer.Hace ocho años se llevó a cabo la restauración de este espectáculo singular que ...

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Escasa rentabilidad

"Señoras y señores, niños y niñas, el teatro de autómatas ha llegado a la ciudad". José Luis Luna anuncia a los presentes a pleno pulmón la apertura al público de un espectáculo que recupera no sólo una antigua atracción de feria única en el mundo, sino un auténtico museo de figuras automatizadas de valor incalculable. La escena se desarrolla en la plaza de España de Vitoria en los últimos días del siglo XX, pero reproduce con absoluta fidelidad comportamientos propios de un pasado no tan lejano como puede parecer.Hace ocho años se llevó a cabo la restauración de este espectáculo singular que sorprende a los más jóvenes y remueve la memoria colectiva a los mayores. Un equipo de técnicos liderado por Gonzalo Cañas, director del teatro y hombre procedente del mundo de la farándula, recuperó una barraca de feria que data de 1947 y que reconstruía fielmente una atracción de principios de siglo denominada "pabellones artísticos".

Se trata de una variedad levantina de un espectáculo que durante siglos se convirtió en uno de los entretenimientos favoritos de príncipes y nobles de toda Europa, y que hasta finales del XIX no se popularizó, descendiendo de los salones de los palacios a las ferias de los pueblos.

La escenografía es decimonónica y llena de un rancio atractivo. Una simple carpa con una multicolor entrada en la que reside una orquesta mecánica compuesta de cuatro negritos zumbones armados con maracas y trompetas junto a una bailarina, recibe a los visitantes que deben abonar 250 pesetas en una pintoresca taquilla. Los visitantes realizan un recorrido que evoca a la linterna mágica, y en la que once escenas de época evocan situaciones cotidianas de las primeras décadas de este siglo.

Son bailarinas de cabaret que se mueven al ritmo del organillo que preside toda la visita, ataviadas con sus penachos y miradas insinuantes; instantáneas familiares en las que unos infantes de aspecto burgués juegan mientras su madre lee un libro con movimiento ocular incluido: un mago oriental realiza el truco de los sables con una joven encerrada en una caja; y unos flamencos cantan y bailan como si estuvieran sacados de una animada fotografía en sepia.

Luna, uno de los técnicos que recorre todo el país con este teatro, pone de relieve el carácter satírico de las escenas. "Hay una crítica social implícita muy interesante", apunta, "ya que, por ejemplo, la que representa a la solterona amargada por la pérdida del pretendiente es ácida y típicamente española". Los personajes son 37 ingenios mecánicos tallados en madera policromada, que ejecutan series de cinco movimientos de media cada uno y que han "actuado" más de 50.000 horas desde que fueron creados.

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"Son un exponente de la cultura popular", señala el técnico, "Al lado de este evento se podía encontrar la barraca de la mujer barbuda o el cinematógrafo en su momento", añade.Sin embargo, la atracción no no resulta rentable. Requiere de subvenciones y de ayudas institucionales para mantenerse viva, dado su elevado coste de mantenimiento y el escaso precio de las entradas que se cobran a los visitantes. Como indica Luna "los ingenios similares a éste se pueden encontrar en museos" en otras latitudes, por lo que sus promotores alertan sobre la posibilidad de que el teatro de autómatas, único en su género que aún recorre las ciudades y pueblos, pueda acabar recluido entre las cuatro paredes de un recinto de estas características y así no pueda seguir extendiendo una magia ya olvidada.

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