"ETA no entendió lo que hacían los líderes del IRA"

El ex preso republicano McIntyre cuenta cómo el asesinato de Yoyes puso fin a su simpatía hacia ETA

Al principio, Anthony McIntyre creía que "vasco" era una marca de lencería femenina. Sólo fue en 1975, sentado en prisión ante un televisor tras su detención, a los 16 años, por participar en "operaciones del IRA", cuando vio las noticias sobre los fusilamientos de terroristas de ETA a manos de Franco. Abrazó instantáneamente su causa."Simpaticé con ETA hasta que a finales de los ochenta dispararon a la joven Yoyes en presencia de su hijo [fue en 1986], y mi simpatía entonces se terminó. ...

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El ex preso republicano McIntyre cuenta cómo el asesinato de Yoyes puso fin a su simpatía hacia ETA

Al principio, Anthony McIntyre creía que "vasco" era una marca de lencería femenina. Sólo fue en 1975, sentado en prisión ante un televisor tras su detención, a los 16 años, por participar en "operaciones del IRA", cuando vio las noticias sobre los fusilamientos de terroristas de ETA a manos de Franco. Abrazó instantáneamente su causa."Simpaticé con ETA hasta que a finales de los ochenta dispararon a la joven Yoyes en presencia de su hijo [fue en 1986], y mi simpatía entonces se terminó. Sentí que ETA estaba preparada para silenciar las voces alternativas, sentí que era un método estalinista que no ofrecía nada al pueblo vasco. Era, no una superación del franquismo, sino una vuelta a una forma de autoritarismo. Era decir a aquellos que disintieran que podían ser asesinados en la calle", cuenta hoy McIntyre.

Un largo camino ha recorrido este antiguo preso del IRA desde que asesinó a un protestante, aún casi imberbe, hasta que hoy denuncia la violencia en Irlanda del Norte. Eran aquéllos, los setenta, los años de la lucha encendida por los derechos civiles de los católicos en el Ulster, y cuando arreciaba la represión por parte del Ejército británico. Hoy, una paz aún tambaleante se ha instalado en Irlanda del Norte y es el objeto del libro La paz de Belfast, de Rogelio Alonso, que McIntyre presentó ayer en Madrid.

Los dos amigos, Alonso y McIntyre, cuentan cómo el miércoles por la noche iban a volar juntos desde Londres a Madrid cuando supuestos agentes de aduanas interceptaron a Alonso en el aeropuerto de Heathrow para hacerle curiosas preguntas sobre la evasión de capitales a España. Mientras Rogelio Alonso, investigador de la Universidad de Queen's (Belfast), se mantenía entretenido con las preguntas de los agentes, una mujer se aproximó a McIntyre y le intentó entregar un papel con un teléfono con el que debía ponerse en contacto para pasar información a los británicos. "Hola, Anthony, me llamo Olivia, trabajo para el departamento...". En ese momento, el antiguo preso, que ya antes había recibido ofertas de ese tipo, la apartó de su lado para evitar una posible filmación. "Estoy presionado por agentes británicos, amenazado por el IRA y el Sinn Fein y ridiculizado por la prensa, sólo porque quería contar la verdad", cuenta el ex miembro del IRA.

Y es que hace pocos días, el antiguo preso denunció en un artículo en Irish News que Joseph O'Connor, líder del IRA Auténtico en Belfast, asesinado el 13 de octubre, fue muerto a manos de un comando del IRA. "Fue a plena luz del día y todos pudieron identificar a los ocho implicados, que era una brigada del IRA", cuenta Alonso."Pero todos evitaron nombrar al IRA". Anthony McIntyre ha tenido que abandonar su casa con su compañera embarazada y sus dos hijos, tras recibir una "visita intimidatoria de líderes del IRA" y ver su casa sometida a piquetes constantes por parte de miembros del Sinn Fein.

"Yo digo la verdad y sé que si sigo diciendo la verdad mi vida está en peligro. Pero mientras no haya una transparencia, podremos tener una coexistencia pacífica, pero no creo que vaya a ser justa", asegura el antiguo preso, hoy doctor en Ciencias Políticas y escritor en los medios republicanos más críticos. Para él y para Rogelio Alonso, el actual proceso se parece más a un estado de guerra fría, en el que aún no se puede hablar de paz. "El regreso a la violencia a corto plazo no se va a producir, porque hay un tremendo agotamiento, es una cuestión de pragmatismo; pero cuando se termine ese agotamiento, la violencia puede volver. Para que tenga éxito, el proceso de paz tiene muchos retos, exige el reconocimiento de que la violencia fue un error. Si no, en el futuro la violencia volverá", asegura Alonso.

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Ambos establecen una línea muy clara que diferencia el proceso de paz en Irlanda del Norte de la situación en el País Vasco. Si allí el nacionalismo radical se constitucionalizó, dice Alonso, el nacionalismo constitucional de aquí se radicalizó. "Los nacionalistas vascos han hecho una interpretación selectiva del proceso irlandés". McIntyre añade: "Creo que ETA no entendió lo que hacían los líderes republicanos en Irlanda del Norte. Con el alto el fuego, allí el IRA capituló en todas las exigencias que había tenido durante la guerra. Abandonó sus exigencias de guerra. Y ETA no", cuenta el antiguo miembro del IRA.

Hoy no se considera pacifista, ya que "la democracia no se consiguió democráticamente", "pero no veo de qué puede servir la violencia en nuestro país o en la región vasca; estoy firmemente convencido de que las sociedades secretas como el IRA y ETA deben dejar de imponer sus creencias. Me opongo a las matanzas de ETA como a las del IRA. Yo también he cometido violencia y he estado en la cárcel, pero la violencia ya no se puede justificar".

Anthony McIntyre conoció los peores años de cárcel, en los setenta, cuando los presos nacionalistas hacían lo que llamaban "la huelga de la manta". Con la intención de que se les reconociera el estatuto de presos políticos, se negaban a vestir el uniforme de prisión y se tapaban sólo con una manta. Como no les hicieron caso, empezaron la huelga sucia, la de repartir detritus en su celda; se ofreció voluntario para el siguiente paso en la escala, la huelga de hambre, pero para ella sólo sirvieron los que no tuvieran delitos sectarios. Y él había matado a un protestante. Hoy trabaja con ellos en una revista conjunta y "no es que me vaya de copas con ellos, pero tenemos buenas relaciones de trabajo".

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