La memoria de los ladrillos

La fiebre constructora de la ciudad de Valencia hizo que a principios de siglo proliferaran a lo largo y ancho de la comarca de l'Horta las fábricas de ladrillos. Albal, Aldaia, Bétera, Burjassot, Foios, Vinalesa o Alfara del Patriarca, poblaciones eminentemente dedicadas a la agricultura, incorporaron a sus monótonos paisajes las largas chimeneas de los hornos y las eras en las que bajo un sol de justicia descansaban a diario miles de tejas y de ladrillos. Paiporta, por aquel entonces en plena transformación, no quedó fuera del proceso de esta nueva gernación industrial. Tanto es así, que en ...

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La fiebre constructora de la ciudad de Valencia hizo que a principios de siglo proliferaran a lo largo y ancho de la comarca de l'Horta las fábricas de ladrillos. Albal, Aldaia, Bétera, Burjassot, Foios, Vinalesa o Alfara del Patriarca, poblaciones eminentemente dedicadas a la agricultura, incorporaron a sus monótonos paisajes las largas chimeneas de los hornos y las eras en las que bajo un sol de justicia descansaban a diario miles de tejas y de ladrillos. Paiporta, por aquel entonces en plena transformación, no quedó fuera del proceso de esta nueva gernación industrial. Tanto es así, que en los primeros decenios del siglo XX aparecen documentadas cinco fábricas de ladrillos, las de Pasqual Serrano, Francesc Bauset y Vicent Tarazona, así como las de Pepot y Mina. Fábricas en su mayoría que producirían de forma infatigable hasta principios de la década de los sesenta. De todas las de Paiporta, es la del Pilar o de Bauset, la única que ha conseguido resistirse al paso del tiempo en unas condiciones que han permitido su repristinación milagrosa. El rajolar de Bauset , ahora convertido en museo gracias a la intermediación del consistorio paiportense, servirá para recordar el esplendor de una industria y de un oficio que ya pasó su momento de esplendor.La fábrica de Bauset ocupaba en sus mejores tiempos una extensión de 9.523 metros cuadrados y estaba situada a las afueras del pueblo. No obstante con el tiempo la trama urbana de Paiporta acabó engulliendo el rajolar de Bauset hoy totalmente integrado en la población entre las calles de Enrique Reig, Poeta Llorente, Palleter y Alfafar. La fábrica comenzó a funcionar a mediados de 1924 y estuvo produciendo de manera ininterrumpida durante mucho tiempo dirigida por los Bauset-Olcina, hasta la última época ya en los años noventa en que fue arrendada a José Pastor Gandul y su hermano Rafael, periodo en que pasó a denominarse Cerámica Valenciana. Cuando el Ayuntamiento de Paiporta la adquirió en diciembre de 1994, del conjunto original del rajolar sólo quedaban la parte inferior de la nave principal y la chimenea. Desde ese mismo, momento se inició un largo proceso de adecuación y transformación del edificio con el fin de convertirlo en el Museu de la Rajoleria de Paiporta (Murpa), un centro cultural dirigido por Eva Sanz y que en virtud de un acuerdo del consistorio con la Diputación de Valencia pasará a formar parte de la red de museos de dicha institución.

La colección del Murpa tiene carácter etnográfico y representará los distintos aspectos de la cultura tradicional de la comarca de l'Horta en los ámbitos y actividades de la vida cotidiana y de las relacionadas con la producción del ladrillo. En la actualidad el museo dispone de 500 piezas documentadas entre las que se encuentran diferentes objetos, fotografías, grabaciones y catálogos. Asimismo, el Murpa, inaugurado ayer con el concurso de una exposición de piezas cerámicas de Xavier Monsalvatje, contará con una sala de exposición permanente ubicada en los antiguos hornos, una sala de 200 metros cuadrados destinada a exposiciones temporales y una biblioteca-centro de estudios destinada a fomentar la investigación de temas relativos a la producción de las industrias ladrilleras.

Sin duda, una brillante iniciativa que rescatará una buena parte de la memoria histórica de los valencianos.

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