Militares de una base de misiles rusa toman una central eléctrica que les dejó sin luz

Las unidades de misiles estratégicos forman el eje de la defensa nuclear de Rusia, pero las crónicas dificultades económicas por las que atraviesa el país no respetan ni siquiera a estas fuerzas de élite. El impago de la factura de electricidad motivó el lunes el corte de suministro a la base de cohetes de Teikovo, en la región de Ivánovo, al norte de Moscú. Los militares respondieron ocupando la central eléctrica y restableciendo por su cuenta el suministro. Sólo abandonaron las instalaciones tras una negociación que concluyó con el acuerdo de que los unos pagarán su deuda y los otros no volv...

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Las unidades de misiles estratégicos forman el eje de la defensa nuclear de Rusia, pero las crónicas dificultades económicas por las que atraviesa el país no respetan ni siquiera a estas fuerzas de élite. El impago de la factura de electricidad motivó el lunes el corte de suministro a la base de cohetes de Teikovo, en la región de Ivánovo, al norte de Moscú. Los militares respondieron ocupando la central eléctrica y restableciendo por su cuenta el suministro. Sólo abandonaron las instalaciones tras una negociación que concluyó con el acuerdo de que los unos pagarán su deuda y los otros no volverán a cortar la luz.

Reducción de la deuda

El incidente se produjo apenas dos días después de que una avería en el tendido eléctrico obligase a paralizar varios reactores nucleares en las regiones de Sverdlovsk y Cheliábinsk, ambas en los Urales. Dos de ellos se encuentran en el complejo químico de Mayak, en el que se registró en 1957 uno de los peores accidentes de la historia de la energía atómica y en el que funciona la mayor planta del mundo de almacenamiento y reprocesamiento de combustible y residuos atómicos. El incidente de la base de Teikovo, saldado como el de los Urales sin graves consecuencias, fue considerado por Ilia Klebánov, el viceprimer ministro encargado del complejo militar-industrial, como "triste, absurdo e intolerable". A renglón seguido aseguró que el presidente, Vladímir Putin, ya ha dado las instrucciones oportunas al jefe del Gobierno, Mijaíl Kasiánov, y tiene la intención de hablar con Anatoli Chubáis, presidente del monopolio eléctrico -parcialmente privatizado-, presumiblemente para echarle una bronca. Cuando menos, éste podrá replicarle que no tiene ninguna responsabilidad en los cortes producidos en los Urales, que no fueron intencionados, sino debidos a una avería en la línea de alta tensión.

La devaluación del rublo ha mejorado notablemente en los dos últimos años la situación de muchas grandes empresas rusas, ahora más competitivas frente a los productos importados.

Eso ha permitido que disminuyan las deudas contraídas con las compañías de electricidad y que éstas insistan en querer cobrar, y además en dinero, no mediante el trueque como en el pasado. Eso no cuenta, sin embargo, para empresas improductivas como las Fuerzas Armadas, sin otras fuentes de ingresos que los que llegan del Estado.Las Fuerzas Armadas rusas, que ahora mismo tienen aproximadamente 1.200.000 efectivos, se verán reducidas en 350.000 soldados en el plazo de tres años. El propio ministro de Defensa, Ígor Serguéyev, admite que la asignación presupuestaria resulta insuficiente y no siempre es satisfecha por completo. Pese a ello, Klebánov dice que las unidades cuentan con asignaciones para pagar el suministro eléctrico, aunque casos como éste demuestran que no siempre se hace. La deuda de la base de la región de Ivánovo ascendía a más de quince millones de rublos (unos cien millones de pesetas), toda una fortuna en este país sumido todavía en una gravísima crisis económica.

Un portavoz de las fuerzas de misiles estratégicos aseguró ayer que el incidente no afectó en ningún momento a la capacidad militar de la base, en la que se supone que hay almacenadas armas atómicas, aunque este extremo no ha sido confirmado. Parece ser que las instalaciones que se quedaron sin electricidad no fueron las estrictamente militares (que cuentan con generadores propios para casos de emergencia), sino aquellas en las que vive el personal con sus familias.

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Pese a todo, Rusia mantiene una notable capacidad nuclear, con más de 6.000 armas estratégicas (de largo alcance), que podrían reducirse a la mitad, e incluso a menos, si se aplica el tratado START II y se negocia el START III. El pasado domingo, el submarino atómico Karelia lanzó con éxito desde el mar de Barents un misil balístico que dio en el blanco en la península de Kamchatka, a casi 8.000 kilómetros de distancia.

Entre tanto, continúan los preparativos para rescatar los cadáveres de los 118 tripulantes del sumergible nuclear Kursk, que naufragó el 12 de agosto en las mismas aguas por las que ahora navega el Karelia. Ya se ha seleccionado a un grupo de submarinistas rusos que, previsiblemente, trabajarán a partir de octubre conjuntamente con un equipo noruego.

Lo que está menos claro es que el propio Kursk vaya a ser reflotado. El ministro ruso de Energía Atómica, Yevgueni Adamov, aseguró ayer que, desde el punto de vista de la seguridad de los dos reactores nucleares, no hay ninguna urgencia.

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