Medio Ambiente veta una nueva carretera de acceso a la sierra por su impacto ecológico

La Consejería de Medio Ambiente ha rechazado la construcción de una variante de la actual M-611, vía que mejoraría la comunicación entre la capital y la sierra. Medio Ambiente considera que esta variante de cuatro kilómetros, que uniría Miraflores y Soto, "resulta ambientalmente inviable" porque afectaría a zonas protegidas por la Unión Europea, pondría en peligro la supervivencia de especies "vulnerables" como el gato montés o el milano y afectaría a robledales. Obras Públicas replica que la actual carretera, de trazado sinuoso, es un "tapón psicológico" para los visitantes.

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La Consejería de Medio Ambiente ha rechazado la construcción de una variante de la actual M-611, vía que mejoraría la comunicación entre la capital y la sierra. Medio Ambiente considera que esta variante de cuatro kilómetros, que uniría Miraflores y Soto, "resulta ambientalmente inviable" porque afectaría a zonas protegidas por la Unión Europea, pondría en peligro la supervivencia de especies "vulnerables" como el gato montés o el milano y afectaría a robledales. Obras Públicas replica que la actual carretera, de trazado sinuoso, es un "tapón psicológico" para los visitantes.

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Efecto barrera

La Consejería de Obras Públicas y el Ayuntamiento de Miraflores de la Sierra (3.500 habitantes) apoyaban la construcción de la variante de la M-611, porque mejoraría la "seguridad vial" de la actual carretera, que soporta pendientes de hasta un 6%, y cuyo "sinuoso trazado" supone un "tapón psicológico a la hora de acceder [a Miraflores y los pueblos de su entorno] desde Madrid y los núcleos del sur". La actual M-611, además de unir los municipios de Miraflores y Soto del Real (4.500 habitantes), empalma directamente con la M-601 o autovía de Colmenar. Esta última es una de las principales vías de acceso de los madrileños a la sierra. Pero estos argumentos no han convencido a los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, que en la declaración de impacto ambiental previa al inicio de las obras recuerdan que los promotores de la variante "han infravalorado" ciertos aspectos negativos de la infraestructura en los documentos que presentaron favorables a la vía.

Medio Ambiente menciona el "efecto visual de los cuatro viaductos que la Dirección General de Carreteras propone en menos de cuatro kilómetros, así como la invasión de la Cañada Real Segoviana".

Recuerda, además, "el efecto barrera" que provocaría la variante, que dejaría aisladas a poblaciones de animales protegidos, el "aumento de la erosión" que las obras acarrearían y la destrucción de "ecosistemas valiosos desde el punto de vista ambiental, que conforman un paisaje típico de la sierra madrileña, próximo a enclaves de interés forestal y florístico".El proyecto de la variante salió a información pública en marzo del año pasado. Contra él se presentaron casi 500 alegaciones. La mayoría hacía referencia a que la infraestructura proyectada mejoraría "la accesibilidad al término de Miraflores, pero dañaría un medio ambiente frágil que ya no puede soportar mayor presión humana". Del medio millar de alegaciones presentadas, 457 abogaban por "mejorar el trazado de la [actual] M-611 y acondicionar la carretera en lugar de hacer una variante".

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Las asociaciones ecologistas también se opusieron a las obras. Recordaron en sus alegaciones que la nueva carretera discurriría en su "mayor parte por la Cañada Real Segoviana", lo que "alteraría su entorno, la principal actracción [turística]" de la zona.

Además, según los ecologistas, la variante "provocaría una especulación salvaje y la transformación de la vida social". Para los grupos de defensa de la naturaleza, la variante -alejada varios kilómetros del casco urbano de Miraflores- facilitaría la recalificación de los terrenos comprendidos entre ella y el casco urbano.

La Dirección General de Carreteras negó estos argumentos. Respondió que el "efecto barrera" que ocasionaría la carretera de circunvalación se compensaría "en parte por la disminución del efecto barrera de la antigua calzada, que sólo se utilizaría como vía ciclista y para dar acceso a las fincas existentes".

Carreteras rechazó también que la vía incrementase "el tráfico pesado", tal y como afirmaban los ecologistas, "ya que la envergadura de la actuación no la convierte en itinerario alternativo".

Obras Públicas descarta también que la variante fuese a suponer "un aumento de la especulación y de la presión humana", sino que debían ser "los responsables urbanísticos" quienes contuvieran "esa posible especulación".

Pero Medio Ambiente insiste, en su declaración de impacto ambiental, que las zonas por donde pasaría la variante están declaradas de "interés comunitario" y, por tanto, bajo tutela directa de la Unión Europea. Por ello, según la consejería, "es obligatorio establecer medidas que garanticen [el mantenimiento de] su biodiversidad mediante la conservación de los hábitats naturales de fauna y flora silvestres".

Entre las áreas que resultarían afectadas por la nueva carretera se encuentran "brezales endémicos como la aliaga", "robledales galaico-portugueses" y "bosques de fresnos".

Por ello, y dado el "gran interés forestal, ganadero, florístico y paisajístico" de las zonas afectadas, y ante "la importante reacción social en contra de la alternativa", el director general de Calidad y Evaluación Ambiental, Ignacio López-Galiacho, ha firmado una declaración de impacto negativa para la calzada propuesta por Carreteras. López-Galiacho termina su informe calificando la variante de "inviable" desde el punto de vista ambiental, por lo que informa "desfavorablemente al proyecto promovido por la Consejería de Obras Públicas".

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