Bruselas estudia regular el uso de las vías europeas a través de una "ventanilla única" supranacional

La "ventanilla única europea" se parecería al organismo Eurocontrol que regula el tráfico aéreo en la UE

La liberalización de los sistemas ferroviarios en Europa es un objetivo clásico de la Comisión Europea. Ya en 1991, la directiva 91/440 fijó las bases para una apertura restringida del sistema ferroviario al mercado internacional. La norma promovía la separación contable en las compañías ferroviarias nacionales de la gestión de la infraestructura y los servicios de transporte e instaba a los Estados de la UE a sanear sus empresas ferroviarias para poner las bases de una nueva regulación normativa y económica de este mercado. En el año 95, una nueva directiva fijó los criterios para el reparto ...

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La liberalización de los sistemas ferroviarios en Europa es un objetivo clásico de la Comisión Europea. Ya en 1991, la directiva 91/440 fijó las bases para una apertura restringida del sistema ferroviario al mercado internacional. La norma promovía la separación contable en las compañías ferroviarias nacionales de la gestión de la infraestructura y los servicios de transporte e instaba a los Estados de la UE a sanear sus empresas ferroviarias para poner las bases de una nueva regulación normativa y económica de este mercado. En el año 95, una nueva directiva fijó los criterios para el reparto de capacidades de tráfico entre distintos operadores y la instauración de un canon por el uso de infraestructuras.En la actualidad, la Comisión estudia un nuevo proyecto de directiva que regule el uso de las vías. La nueva directiva, según las fuentes consultadas, sugiere la creación de una especie de "ventanilla única" o institución de carácter supranacional que conceda los permisos de circulación. Esa "ventanilla única europea" se parecería al organismo Eurocontrol que regula el tráfico aéreo en la UE.

En cualquier caso, el grado de liberalización del ferrocarril en cada país comunitario es muy distinto, aunque en la práctica totalidad de ellos se mantiene la titularidad pública de las infraestructuras.

Esa disparidad en el grado de liberalización mueve a más de una reflexión. Por ejemplo, de qué vale, a escala europea, que España -un país periférico con 13.000 kilómetros de vía- liberalice su sistema si Francia, un país central en la UE, no abre su mercado. Podría suceder lo mismo que con la electricidad, sector en el que España aparece como un mercado teóricamente abierto, aunque todavía es una isla energética, sin conexiones de importancia con Europa ni con el Magreb.

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