La OMS acusa a una consultora ubicada en España de servir en secreto a las tabacaleras

La sociedad, dirigida por un asesor de la organización, cobraba por influir en favor de la industria

Una consultora radicada en España escribió supuestamente uno de los capítulos más oscuros de la guerra sucia de las tabacaleras contra la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un informe de esta organización acusa al Centro Internacional de Información Toxicológica, ubicado en San Sebastián, y a su dueño, el italiano Gastone Vettorazzi, residente en la misma ciudad, de haber asesorado a la OMS al tiempo que cobraba decenas de miles de dólares de las tabacaleras. Así, Vettorazzi elaboró un informe teóricamente independiente que llevó a las instancias internacionales a permitir en los cultivos...

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Una consultora radicada en España escribió supuestamente uno de los capítulos más oscuros de la guerra sucia de las tabacaleras contra la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un informe de esta organización acusa al Centro Internacional de Información Toxicológica, ubicado en San Sebastián, y a su dueño, el italiano Gastone Vettorazzi, residente en la misma ciudad, de haber asesorado a la OMS al tiempo que cobraba decenas de miles de dólares de las tabacaleras. Así, Vettorazzi elaboró un informe teóricamente independiente que llevó a las instancias internacionales a permitir en los cultivos de tabaco el uso de un grupo de pesticidas y fungicidas sospechosos de ser cancerígenos, pero defendidos por las tabacaleras.

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En su informe-denuncia, de 240 páginas, la OMS dedica más de 20 a Vettorazzi, ex director de su comité científico de pesticidas y al que considera como uno de los infiltrados utilizados por las grandes compañías de cigarrillos para minar la lucha contra el tabaco de la organización. Para sustentar sus imputaciones, la OMS recoge los informes que este consultor envió a sus contactos en las tabacaleras, para las que trabajó a través de la fundación Coresta (Centro de Cooperación para la Investigación del Tabaco, creada por las grandes compañías del sector). Al mismo tiempo, según el documento presentado en Ginebra por Thomas Zeltner, era asesor de la OMS, organización dependiente de Naciones Unidas."Aunque Vettorazzi recibió cerca de 100.000 dólares desde junio de 1992 hasta diciembre de 1993 para trabajar a favor de Coresta en el grupo conjunto OMS-FAO de Residuos de Pesticidas , aparentemente, nadie de estas agencias de Naciones Unidas conocía su relación con la fundación", señala el texto.

Asesor doble

El informe arranca su relato sobre Vettorazzi en 1988, cuando se jubiló de la OMS al cumplir la edad de retiro obligatorio en esa organización (60 años). Luego se instaló en San Sebastián. Allí creó el Centro Internacional de Información Toxicológica, una entidad sin ánimo de lucro que se financiaba a través de la consultora Vettorazzi Asociados. En 1990, esta última firma empezó a trabajar para la fundación de las tabacaleras Coresta, a la que ofreció servicios que incluían "influir en la legislación sobre pesticidas y sus niveles de tolerancia". A la par, el experto empezó a colaborar con la propia OMS y el grupo internacional encargado de evaluar los pesticidas.Su tarea se vio facilitada por sus amplios contactos. De hecho, el propio jefe de pesticidas de la OMS, John Herrman, que sucedió en el cargo a Vettorazzi, ha admitido que recibió ayuda del italiano para sacar adelante algunos trabajos que las organizaciones de Naciones Unidas tenían pendientes.

Tras este paso, el italiano aumentó su influencia en la organización pública. "De 1992 a 1993, Vetorazzi pasaba los informes de Coresta a la OMS, supervisaba la política de pesticidas de la OMS y acudía a encuentros internacionales clave como consultor temporal de la OMS", dice el informe. También "facilitaba a Coresta acceso directo a información detallada sobre las acciones de la Organización Mundial de la Salud", añade. Herrman reconoce que Coresta pudo tener acceso de esta forma a "mucha información privilegiada". El informe, sin embargo, puntualiza que obtener información no era el único objetivo de Coresta. La fundación de las tabacaleras pretendía "garantizar el acceso de los cultivadores de tabaco a un grupo clave de pesticidas". En septiembre de 1990, Vetorazzi y Coresta firmaron otro contrato, de 70.000 dólares (más de 12 millones de pesetas), "para reunir información sobre los pesticidas EBDC". Las compañías de cigarrillos buscaban que la opinión de este experto avalara la seguridad del uso de estas sustancias. Vettorazzi reconoce que hizo un informe en el que recogió "comentarios, correcciones y sugerencias de miembros de Coresta".

En su calidad de consultor de la OMS, Venttorazzi participó posteriormente (sin voto) en la evaluación oficial que el grupo conjunto de la OMS y la FAO hizo sobre los pesticidas EBDC. En la decisión se tuvo en cuenta el informe que el propio Vettorazzi había realizado previamente para Coresta y que negaba la genotoxicidad de la sustancia, pero no se hizo constar que estaba financiado por las tabacaleras. "Es evidente que la evaluación final fue favorable a la industria del tabaco", dice el informe de la OMS. Aunque añade que, dada la falta de documentación, no se puede determinar que Vettorazzi influyera de forma improcedente sobre la decisión de las agencias de la ONU de dar el visto bueno a la seguridad de los productos. No obstante, la OMS recomienda que se hagan nuevos informes sobre estos fungicidas. Después, las tabacaleras favorecieron la publicación de "una versión sesgada" sobre la decisión en una publicación científica para contribuir así "a la protección de sus intereses económicos respecto a los pesticidas EBDC", según la OMS.

Además de por su calidad de experto, parte de la influencia de Vettorazzi en el grupo conjunto OMS-FAO provenía de la confianza que en él tenía el jefe de pesticidas, Jonn Herrman, a quien ayudó a mantener vivo el grupo cuando éste pasaba por apuros económicos a comienzos de los años noventa. El informe de la OMS sobre la guerra sucia de las tabacaleras recoge una anécdota ilustrativa sobre la influencia del asesor. Ante las dudas de un colega sobre la utilidad de uno de los informes presentados por Vettorazzi, éste le contesta: "Es mejor que te lo creas. Y John Herrman me ha quedado muy agradecido". También utilizaba sobre los nuevos miembros del grupo conjunto su influencia como antiguo directivo de la OMS.

Un encargo español

Gastone Vettorazzi, el hombre al que la Organización Mundial de la Salud acusa de haber trabajado para las tabacaleras al tiempo que asesoraba a la agencia de la ONU, cumplió un encargo en España. El informe de la OMS sostiene que una vez que Vettorazzi logró la aprobación de sus tesis -financiadas por las tabacaleras- en los organismos internacionales, empezó a asesorar a la industria del tabaco en sus disputas sobre pesticidas en diferentes países. El 6 julio de 1994, por ejemplo, Helmut Reif, de Philip Morris, escribió a Vettorazzi sobre una amenaza que les planteaban las autoridades españolas.

El informe reproduce este texto de la carta: "Recientemente hemos recibido de nuestros colegas españoles una copia de un nuevo Real Decreto de Pesticidas en España. Algunas de las sustancias que se aceptan bien en otros países (ditiocarbamatos) han tenido muy bajos valores residuales, por lo que esto excluiría más o menos cualquier uso del tabaco español. Con esto te mando copias de todo lo que tengo hasta el momento. Podrías revisar para nosotros si ésa es la versión final, si se refiere también al tabaco o sólo a algunos vegetales y si hay alguna posibilidad de alertar al ministerio de que esto dañaría mucho al mercado de tabaco. ¿Tuvieron en cuenta a otros países de la Comunidad Económica?".

Vettorazzi contestó el 11 de julio que iba a encontrarse con Ángel Yaque, director de la Oficina de Homologación de Pesticidas en España: "En esta ocasión será conveniente discutir cuestiones relacionadas con los residuos de pesticidas en el tabaco y los futuros avances en este campo tanto en España como en la comunidad internacional. El doctor Yaque es una excelente persona y está preparado para ayudar". Este periódico trató ayer sin éxito de recabar la versión de Yaque.

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