Antigüedades frente al mar

La II Feria de Antigüedades de la Costa del Sol, ya inaugurada y abierta hasta el 6 de agosto, acoge colecciones de anticuarios de toda España en sus 26 expositores. Desde Barcelona, Madrid, Cádiz, Sevilla y Málaga han viajado hasta el Palacio de Congresos y Exposiciones de Torremolinos dispuestos a vender sus piezas más preciadas, que datan de los últimos cinco siglos, al mejor postor.Un Cristo de marfil de talla anónima fechado en el siglo XVII, un órgano de más de cien años de antigüedad, pinturas chinas y porcelanas de la dinastía Ming (1640-1680) o un comedor en madera de caoba traída des...

La II Feria de Antigüedades de la Costa del Sol, ya inaugurada y abierta hasta el 6 de agosto, acoge colecciones de anticuarios de toda España en sus 26 expositores. Desde Barcelona, Madrid, Cádiz, Sevilla y Málaga han viajado hasta el Palacio de Congresos y Exposiciones de Torremolinos dispuestos a vender sus piezas más preciadas, que datan de los últimos cinco siglos, al mejor postor.Un Cristo de marfil de talla anónima fechado en el siglo XVII, un órgano de más de cien años de antigüedad, pinturas chinas y porcelanas de la dinastía Ming (1640-1680) o un comedor en madera de caoba traída desde la lejana isla de Cuba y perteneciente al renacimiento español son algunas de las antigüedades que pueden comprar gracias a esta muestra organizada por la Asociación de Anticuarios de Andalucía que preside Pedro Montelongo. Ésta es una ocasión única para hacerse con obras de arte que difícilmente se encuentran en otro lugar. Aquí se dan cita cuadros del famoso pintor flamenco del siglo XVII, Van Dyck, o diversas obras de los pintores jerezanos Montenegro y Camacho del siglo XIX. Otras reliquias son una Virgen con Niño policromada que data del XVI y un reloj francés de 1730 fabricado en madera de bull con incrustaciones de bronce. En este viaje por el tiempo puede retroceder allá por el año 1600 y conocer los bargueños, muebles en madera de cedro y nogal compuestos por muchos cajones de pequeñas dimensiones que eran utilizados por paganos o frailes de los conventos para guardar sus documentos.

Estas piezas, valoradas conjuntamente en unos 1.000 millones de pesetas, se pueden adquirir por precios que oscilan entre las 5.000 y los 50 millones de pesetas, por lo que, según Pedro Montelongo, además de un hermoso paseo por el pasado supone una oportunidad inmejorable para invertir.