Tribuna:EDUCACIÓN

La reforma de las humanidades

Por fin hay un tema de elevado nivel cultural que centra el debate público: las humanidades. Se discute el papel del conocimiento humanístico en la sociedad y en la educación obligatoria. Dejando a un lado las motivaciones políticas que sin duda existen, tratemos el debate con la seriedad que merece. Se nos dice, por ejemplo, que la formación humanística "es la base del espíritu crítico, aumenta la capacidad de diálogo, favorece el respeto a los demás y potencia unos valores". ¿Cómo estar en desacuerdo con algo tan bueno, tan políticamente correcto? Aún a riesgo de ser mal vistos, debemos ...

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Por fin hay un tema de elevado nivel cultural que centra el debate público: las humanidades. Se discute el papel del conocimiento humanístico en la sociedad y en la educación obligatoria. Dejando a un lado las motivaciones políticas que sin duda existen, tratemos el debate con la seriedad que merece. Se nos dice, por ejemplo, que la formación humanística "es la base del espíritu crítico, aumenta la capacidad de diálogo, favorece el respeto a los demás y potencia unos valores". ¿Cómo estar en desacuerdo con algo tan bueno, tan políticamente correcto? Aún a riesgo de ser mal vistos, debemos analizar este tipo de mensajes.Por humanidades se entiende las lenguas muertas (según el diccionario serían el estudio de los textos griegos y latinos), más la historia, las lenguas vivas, la filosofía, y a veces las artes e incluso la religión. En definitiva, pues, se definen por exclusión como todo lo que no sea científico-técnico.

¿Es que las ciencias no promueven el espíritu crítico? ¿Ni el diálogo? ¿Ni el respeto a los demás, ni ningún valor positivo? La sociedad debe saber que los científicos pensamos todo lo contrario. La actividad científica se basa en una actitud crítica y se ve estimulada por el diálogo entre personas de diferente origen y formación. A veces parece que se da a entender que las ciencias son inhumanas -nada más absurdo, pues se trata de una actividad estrictamente humana.

Por otra parte, ¿qué crítica ni diálogo ni respeto hay en una creación literaria que sólo busca provocar una emoción estética? ¿O en estudiar gramática latina? ¿O en una elucubración filosófica que sólo responde a la extensión de los prejuicios de su autor? ¿Es que Draco o Nerón van a ser ahora nuestras guías morales?

El progreso científico-técnico ha llevado la sociedad a una situación delicada, y se puede comprender fácilmente que haya una reacción. Pero la solución no puede ser "menos ciencia", sino "más ciencia". Únicamente a través del conocimiento científico podemos comprender qué es lo que ocurre, así como buscar salidas del atolladero. El bajo nivel de formación científica de la población sólo puede conducir a la miseria, la guerra y la tiranía, como ocurrió en las civilizaciones del pasado (recuérdese la trayectoria del Imperio Romano).

Conviene tener en cuenta otra cuestión. Quizá muchos defensores bien intencionados de las humanidades no sepan que la filosofía, la historia, las ciencias sociales y hasta la lingüística están sufriendo una revolución de gran calado, que algunos llaman ecológica, y otros evolutiva o darwinista, y que consiste en la penetración de la ciencia (y especialmente la biología) en estas disciplinas. Michael Ruse hizo una propuesta explícita de reforma de la enseñanza de la filosofía según estas líneas, en su Tomándose a Darwin en serio.

He aquí una propuesta nueva para el debate: reformar los contenidos de las humanidades según el nuevo punto de vista ecológico. Que no sería más que adaptarlas al nivel actual de conocimientos.

Agustí Galiana es profesor de Ecología de la Universidad de Valencia y autor del libro Nosaltres els humans.

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