Almoradí todavía y ahora Alzira

En los recientes desmanes sucedidos en la barriada La Cruz de Galindo, de Almoradí, se ha querido ver una mano negra movilizadora del vecindario y, especialmente, de los más exaltados. En tanto no haya pruebas o indicios bastantes de esa acusación, lo único cierto es que se produjo una respuesta colectiva y airada contra el trapicheo de droga y la degradación que conlleva. Los almoradidenses insisten en que ése es el origen del conflicto, y no en la xenofobia o el racismo que se les imputa. Ahora, en el barrio La Alquerieta, de Alzira, se reproduce el fenómeno, aunque sin traducir la indignaci...

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En los recientes desmanes sucedidos en la barriada La Cruz de Galindo, de Almoradí, se ha querido ver una mano negra movilizadora del vecindario y, especialmente, de los más exaltados. En tanto no haya pruebas o indicios bastantes de esa acusación, lo único cierto es que se produjo una respuesta colectiva y airada contra el trapicheo de droga y la degradación que conlleva. Los almoradidenses insisten en que ése es el origen del conflicto, y no en la xenofobia o el racismo que se les imputa. Ahora, en el barrio La Alquerieta, de Alzira, se reproduce el fenómeno, aunque sin traducir la indignación en atentados. En esta ocasión, asimismo, los vecinos denuncian la existencia de un foco de narcotráfico que deteriora la de por sí difícil convivencia en un marco urbano degradado. Que los presuntos delincuentes señalados con el dedo pertenezcan a una determinada etnia es irrelevante, o debiera serlo. Lo decisivo a nuestro entender es, tanto en La Vega Baja como en La Ribera Alta, que los vecinos, hartos de aguantar, han tomado la delantera a las autoridades, sorprendidas inermes y en paños menores. Dos estallidos sucesivos que pueden convertirse en una traca.

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