JAIME CARUANA

Un ingeniero en la corte de Cibeles

Seguramente el sobrio despacho de gobernador del Banco de España se llene de ordenadores cuando, a mediados de julio, lo ocupe Jaime Caruana. Desde esas fechas, este valenciano de 48 años, se encargará de los destinos de la entidad en sustitución de Luis Ángel Rojo, quien sólo hace cinco meses pidió un terminal para aprender a navegar por Internet antes de dejar el cargo en el que va a cumplir ocho años.Y es que la única pasión que se le conoce a Caruana es la informática, hasta el punto de que llegó a reconocer que tuvo que hacer un gran esfuerzo para desengancharse del vicio con el que matab...

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Seguramente el sobrio despacho de gobernador del Banco de España se llene de ordenadores cuando, a mediados de julio, lo ocupe Jaime Caruana. Desde esas fechas, este valenciano de 48 años, se encargará de los destinos de la entidad en sustitución de Luis Ángel Rojo, quien sólo hace cinco meses pidió un terminal para aprender a navegar por Internet antes de dejar el cargo en el que va a cumplir ocho años.Y es que la única pasión que se le conoce a Caruana es la informática, hasta el punto de que llegó a reconocer que tuvo que hacer un gran esfuerzo para desengancharse del vicio con el que mataba las horas libres. Es más, en el año que lleva en el banco central como director general de Supervisión (el superjefe de la Inspección, el azote de la banca en tantas ocasiones) se ha especializado en solucionar muchos de los entuertos planteados por la instalación de Internet en la vetusta casa de la plaza de Cibeles.

El nuevo inquilino del despacho que han ocupado López de Letona, Coronel de Palma, Álvarez Rendueles, Mariano Rubio y Rojo es ingeniero de telecomunicaciones y, por orden cronológico, técnico comercial del Estado y economista del Estado. Trabajó un tiempo (mínimo) en Telefónica y, posteriormente, entró de lleno en tareas comerciales, primero en el Instituto de Comercio Exterior (Icex) y luego en la oficina comercial española en Nueva York. Allí, en 1987, recibió la oferta de Juan Carlos Ureta para incorporarse a la sociedad de valores Renta4, lo que significó su salto a los mercados financieros. Se encargó de la gestora de fondos de inversión y se ganó la reputación de hombre sólido de la que goza en ese mundo tan cartesiano.

Con la llegada del PP al Gobierno en 1996 y, probablemente avalado por la amistad que estrechó con hombres como Manuel Pizarro en esa etapa, Caruana fue requerido por Rodrigo Rato para encargarse de la Dirección General del Tesoro.

Como titular de este cargo pasó a ser consejero del Banco de España y representante español en el Comité Monetario junto al subgobernador, Miguel Martín. Una escuela suficientemente solvente para aprender de esas cosas financieras como nadie y para ganarse la confianza de Rojo y Martín. Era su candidato. El pasado viernes, Martín no dudó en mostrar su simpatía: "El Gobierno me daría una gran alegría si nombrara gobernador a Caruana". Ayer, oficialmente, se la dio.

Tiene Caruana fama de poseer una cabeza muy bien amueblada. No es polemista, pero no se calla nada que no le parezca lo correcto y pelea sus puntos de vista como nadie. Allá por donde ha pasado se ha ganado mucho de ese prestigio. Lo mismo que su halo de persona afable, hogareña, padrazo de sus tres hijas, muy poco amigo de fiestas y agasajos. Raramente acude a cenas o cócteles. En ocasiones guarda periodos de ayuno o los pasa con comidas frugales.

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