La ría vista desde la ría

La llamada casa de Madaleno es uno de los descubrimientos que alguien puede hacer cuando contempla la ría del Nervión desde la misma ría. Al hacerlo desde cualquiera de las orillas, el paisaje es otro. Diferente. Debió ser una muy bella casa antaño. Está en la península de Zorrozaurre. Tiene una torre de forma singular. Ahora el estado de todo el edificio da pena. Tiene el color negruzco de los edificios descuidados. Nadie vive en ella hace años y ni siquiera los okupas se han dejado caer por allí.Navegar desde el puente del Ayuntamiento hasta el mar es una sucesión de descubrimientos y sorpre...

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La llamada casa de Madaleno es uno de los descubrimientos que alguien puede hacer cuando contempla la ría del Nervión desde la misma ría. Al hacerlo desde cualquiera de las orillas, el paisaje es otro. Diferente. Debió ser una muy bella casa antaño. Está en la península de Zorrozaurre. Tiene una torre de forma singular. Ahora el estado de todo el edificio da pena. Tiene el color negruzco de los edificios descuidados. Nadie vive en ella hace años y ni siquiera los okupas se han dejado caer por allí.Navegar desde el puente del Ayuntamiento hasta el mar es una sucesión de descubrimientos y sorpresas. A ambas orillas se alzan cantidad de inmuebles que desde el agua parecen otros. Es el caso del edificio de la naviera Aznar, ubicado junto enfrente del Ayuntamiento. Sus suaves formas destacan sobremanera.

También choca el puente de La Salve, construido en 1973. En aquella época la técnica utilizada para levantarlo era de las más avanzada, aunque bello precisamente no es. Este tipo de explicaciones son las que el arquitecto bilbaíno Iñaki Uriarte va desgranando a quienes hacen el recorrido marítimo que organiza de vez en cuando.

No menciona sólo lo que se ve. También se refiere a instalaciones ocultas pero importantes y costosas, como las obras de saneamiento por las que las aguas residuales de buena parte de la comarca de Bilbao van a la depuradora de Galindo. Explica que nuevo edificio construido junto a la Universidad de Deusto -denominado oficialmente sifón de la universidad- es la central de gobierno de esas instalaciones. Un par de manzanas más allá un enorme tigre de piedra ruge desde la azotea, es el que fascina a muchos y se divisa fugazmente en un anuncio de televisión. La apertura de un paseo enfrente ha vuelto a hacerlo visible, mientras el edificio permanece sin uso.

El túnel por el que el metro cruza la ría tampoco se ve, pero sí se puede saber dónde está exactamente. Lo indica la entrada de un ascensor, situado en la orilla derecha, bajo la Feria de Muestras, que se utilizaría en caso de emergencia para evacuaciones. Al lado, un bar, llamado Noruega y pintado de muy llamativos colores, recuerda dónde, hace no tanto tiempo, barcos de esa nacionalidad descargaban.

Dos grúas que había en lo que será el museo marítimo fueron derribadas, como otros muchos edificios que perdieron su utilidad. Algunos como la grúa Carola sobreviven, no obstante.

Los carteles de ciertas antiguas fábricas sorprenden por su diseño. Otros por su humor, como ese que exhibe las letras tol y, debajo, el número 2. Es el de una empresa que fabricaba toldos y velamen. Si las dimensiones de los petroleros que se construyen en La Naval parecen enormes desde las orillas, vistos desde el agua parecen infinitas.

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Es un paisaje en parte ruinoso, pero que ofrece un fiel reflejo del pasado de la ría y que continúa hasta el Puente Colgante que une Portugalete y Las Arenas. Tras 90 minutos de paseo, la ría se funde en mar.

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