Editorial:

Congreso de Maragall

El congreso del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) concluyó ayer con novedades significativas que bien podrían constituir pautas para el próximo y crucial cónclave del PSOE.La primera es la consagración de un nuevo liderazgo: en realidad, la conversión del líder real del socialismo catalán, Pasqual Maragall, en su líder oficial. Con matices. El reparto del poder interno expresa unos difíciles equilibrios entre familias y corrientes. Y los congresistas han dado un sorprendente toque de atención al nuevo presidente, que fue sólo el cuarto más votado, aunque por diferencias que no pueden ...

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El congreso del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) concluyó ayer con novedades significativas que bien podrían constituir pautas para el próximo y crucial cónclave del PSOE.La primera es la consagración de un nuevo liderazgo: en realidad, la conversión del líder real del socialismo catalán, Pasqual Maragall, en su líder oficial. Con matices. El reparto del poder interno expresa unos difíciles equilibrios entre familias y corrientes. Y los congresistas han dado un sorprendente toque de atención al nuevo presidente, que fue sólo el cuarto más votado, aunque por diferencias que no pueden considerarse un castigo.

Si estos episodios confirman la estulticia resistencial al cambio por parte de los aparatos (y quizá el temor a una deriva nacionalista del catalanismo maragalliano), no empañan el espaldarazo global al ex alcalde de Barcelona en su pugna por suceder a Jordi Pujol al frente de la Generalitat. El congreso ha hecho propios tanto el programa federalista con que Maragall acudió a las últimas autonómicas como la normalidad de su alianza con un movimiento de nuevo cuño, el de los Ciutadans pel Canvi.

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Los matices tampoco oscurecen otras reformas de índole interna. Destaca una drástica renovación generacional que, encabezada por el antiguo primer secretario Narcís Serra, ha acarreado la renuncia de dirigentes como Jordi Solé Tura o Raimon Obiols y el acceso cuasi paritario de las mujeres a la dirección, la limitación temporal de mandatos y los topes a la simultaneidad de cargos. El acceso de José Montilla a la primera secretaría es tan relevante en negativo -por su opaca trayectoria de hombre gris, lo que encandila a los burócratas sin más oficio- como en positivo, porque es el primer dirigente de un partido catalán procedente de las hornadas de la emigración: un reto para los demás.

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