Barak formará un nuevo Gobierno tras sufrir una severa derrota en el Parlamento

El primer ministro israelí, Ehud Barak, afirmó ayer que dentro de pocos días habrá un nuevo Gobierno, pero descartó anticipar las elecciones, pese a una votación en ese sentido por parte del Parlamento. La oposición logró pocas horas antes la aprobación en lectura preliminar (por 61 votos frente a 48) de tres proyectos de ley para la disolución de la Cámara y la convocatoria de nuevas elecciones, cuando aún no se ha cumplido un año de las anteriores. Se trata de la peor derrota sufrida por Barak desde que asumió el poder, el 7 de julio de 1999, y pone en peligro la fase final del proceso de pa...

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El primer ministro israelí, Ehud Barak, afirmó ayer que dentro de pocos días habrá un nuevo Gobierno, pero descartó anticipar las elecciones, pese a una votación en ese sentido por parte del Parlamento. La oposición logró pocas horas antes la aprobación en lectura preliminar (por 61 votos frente a 48) de tres proyectos de ley para la disolución de la Cámara y la convocatoria de nuevas elecciones, cuando aún no se ha cumplido un año de las anteriores. Se trata de la peor derrota sufrida por Barak desde que asumió el poder, el 7 de julio de 1999, y pone en peligro la fase final del proceso de paz.

Barak dijo que "los ministros que votaron a favor de la disolución del Parlamento se han destituido a sí mismos al hacerlo". También anunció que "el próximo domingo el Gobierno adoptará decisiones y en los días siguientes habrá un Ejecutivo con una composición diferente o similar [a la del actual], pero una forma de actuar completamente distinta".Incluso el jefe de la oposición y líder del partido de derechas Likud, Ariel Sharon, reconoció que aún queda un largo camino por recorrer. Antes de su aprobación definitiva, los proyectos de ley han de pasar a la comisión legislativa del Parlamento para ser elaborados y sometidos a votación en otras tres lecturas, en una fecha aún sin determinar. Sólo si prosperaran entonces, se convocarían elecciones generales para dos o tres meses después.

El primero en presentar uno de los proyectos de ley para la disolución del Parlamento y la convocatoria de nuevas elecciones fue el diputado Avigdor Liberman, líder de uno de los dos partidos de inmigrantes rusos, Israel Beitenu (Israel es Nuestra Casa), y director general de la oficina del primer ministro cuando desempeñaba ese cargo el conservador Benjamín Netanyahu, de quien era mano derecha. Las otras dos propuestas partieron de los diputados conservadores y ex ministros de Netanyahu Silvan Shalom y Limor Livnat. Ambos aspiran a liderar el Likud.

Lo más extraordinario es que tres partidos de la coalición de Gobierno de Barak votaron a favor de los proyectos de ley y posibilitaron su aprobación. Se trata de la formación política ultrarreligiosa sefardí Shas, Israel Bealiá (el más antiguo de los dos partidos de inmigrantes rusos), y el Partido Nacional Religioso (PNR), miembros del anterior Gobierno de Netanyahu, que se formó en junio de 1996 y cayó en diciembre de 1998 en circunstancias similares.

De los tres partidos de la coalición de Gobierno, el que inclinó el fiel de la balanza fue el ultrarreligioso sefardí Shas, que en los últimos meses se encontraba en crisis con Barak, fundamentalmente porque éste -y sobre todo su ministro de Educación, Yosi Sarid- no accedió a la exigencia de cantidades astronómicas de dinero para financiar su red de enseñanza ortodoxa. Shas, que cuenta con 17 diputados, representa a los judíos sefardíes, en general el sector social más pobre.

La aprobación de los proyectos de ley, aún en lectura preliminar, también constituye un duro golpe para el proceso de paz y la entrega de territorios ocupados por Israel a los palestinos, así como la eventual reanudación de las negociaciones con Siria, que era precisamente lo que perseguían quienes los presentaron y quienes votaron a favor. Esto es así porque a partir de ahora todos los esfuerzos de Barak estarán centrados en evitar la caída de su Gobierno o, si ello se produjera, en las nuevas elecciones, y difícilmente podrá dedicarse a las negociaciones con los palestinos, que se acercaban a la recta final, ya que ambas partes debatían el estatuto permanente, que debería desembocar en un tratado definitivo de paz en septiembre.

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Pero en ese caso también se verá afectado el proceso de paz, ya que la opinión pública israelí no aceptaría que Barak entregara territorios a los palestinos o a los sirios con el apoyo de diputados árabes y sin una mayoría judía, algo que hace algunos años la derecha achacó al entonces primer ministro laborista Isaac Rabin, asesinado el 4 de noviembre de 1995 por un ultranacionalista judío opuesto a su política de paz.

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