Tribuna:

Nacionalismo etnicista

No sé yo qué demonios habrá querido decir el diputado del PP, Miguel Barrachina, al airear el espantajo del "nacionalismo etnicista". Tan novedosa figura retórica -por estos pagos, al menos- se blandió a propósito de un debate en la comisión de control parlamentario de Canal 9, donde representantes de EU y PSOE pidieron que la programación televisiva en horario prime time se efectuase toda ella en valenciano, y no como ahora que se privilegia el castellano. Fue en ese punto y a raíz de dicha propuesta cuando el aguerrido diputado se lució con la referida adivinanza que, por las trazas, no debe...

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No sé yo qué demonios habrá querido decir el diputado del PP, Miguel Barrachina, al airear el espantajo del "nacionalismo etnicista". Tan novedosa figura retórica -por estos pagos, al menos- se blandió a propósito de un debate en la comisión de control parlamentario de Canal 9, donde representantes de EU y PSOE pidieron que la programación televisiva en horario prime time se efectuase toda ella en valenciano, y no como ahora que se privilegia el castellano. Fue en ese punto y a raíz de dicha propuesta cuando el aguerrido diputado se lució con la referida adivinanza que, por las trazas, no debe ser nada bueno, pues suena fatal. Diríase que, de no constituir una asociación redundante de nación y pueblo, es una variedad ideológica que vincula el nacionalismo y la raza. Pero, en tal caso, ¿a qué raza se referiría el ilustre popular? Estos caballeros de la derecha son cada día más leídos y capaces de aventurarse por predios conceptuales que les eran ajenos hasta hace cuatro días.No obstante, del contexto de su discurso se desprende que los presuntos nacionalistas etnicistas -¡quién se lo iba a decir a Dolors Pérez y Ximo Puig!- postulan una solución "excluyente" y discriminadora de la audiencia castellana, forzada por lo visto a soportar la matraca de la lengua autóctona en la anotada franja horaria y, en el colmo de la opresión, prescindir a lo peor de programas tan excepcionales como Tómbola, ese paradigma de fisgones y sangradores de nuestros dineros públicos. Estos etnicistas son tipos insaciables, pues, si por ellos fuera, TVV se aplicaría a cumplir rigurosamente los cometidos que le son propios y establece la ley que creó el ente radiotelevisivo, entre los que figura la recuperación de los trazos diferenciales valencianos y la superación de la desigualdad entre los dos idiomas oficiales del país.

Pero de tan plausible propósito, como de la referida ley, han transcurrido 16 años en los que la única constante ha sido el incumplimiento. Siempre ha faltado la voluntad resuelta de explotar al máximo las posibilidades del medio de titularidad pública para la recuperación lingüística, siendo así que es el único que emite en la lengua del país. Y resulta que cuando alguien recuerda y reclama este compromiso cívico elemental y legal se le tacha de nacionalista etnicista. Tiene narices la cosa. Como si fuese justo que TVV repartiese su tiempo de programación entre valenciano y castellano cuando prácticamente la totalidad de los medios sólo se expresan en éste último. Dicho de otro modo: de haber una discriminación o exclusión esa no es otra que la del valenciano.

Ignoramos si el director general del tinglado, José Vicente Villaescusa, comparte las opiniones del diputado, aunque nos tememos que lo haga de cruz a raya. El ejercicio y defensa del cargo no le autorizan semejantes discrepancias, tanto más cuando se ha manifestado exultante al exponer las bondades y logros de RTVV, modelo -vino a decir- de neutralidad, objetividad y pluralismo. Es un gran fabulador este viejo rockero, del todo ajeno a la menor tentación nacionalista, etnicista o no. Lo suyo es la música celestial, tan sorprendente como la jerga de su cofrade, el diputado Barrachina, perito en etnias. Jo, qué rostro.

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