Tribuna:

Un cosmos mismo

JOSÉ LUIS MERINO

Frente al común de exposiciones de artistas que ya se sabe de antemano lo que van a presentar, surge en la galería Vanguardia de Bilbao una exposición de pinturas de Begoña Usaola de enorme interés. La artista vizcaína muestra un recorrido inventivo sumamente gratificante. Sorprende la variedad. Imantan los caminos nuevos. No hay fórmula; hay riesgos, pruebas tanteantes...

Para que lo mostrado resulte más convincente, analizamos algunas pocas obras fechadas catorce y quince años atrás. Obras que, no obstante el tiempo discurrido, poseen la vigencia de la actualid...

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JOSÉ LUIS MERINO

Frente al común de exposiciones de artistas que ya se sabe de antemano lo que van a presentar, surge en la galería Vanguardia de Bilbao una exposición de pinturas de Begoña Usaola de enorme interés. La artista vizcaína muestra un recorrido inventivo sumamente gratificante. Sorprende la variedad. Imantan los caminos nuevos. No hay fórmula; hay riesgos, pruebas tanteantes...

Para que lo mostrado resulte más convincente, analizamos algunas pocas obras fechadas catorce y quince años atrás. Obras que, no obstante el tiempo discurrido, poseen la vigencia de la actualidad. Valían entonces, y valen ahora. Eran obras que se movían dentro de un cierto hermetismo. No importaba que procedieran de formas simples, muchas veces provinientes de los objetos de uso cotidiano de la propia artista. Sin tener en cuenta su condición volumétrica, se tomaba de ellos sus perfiles más denotativos. Luego, se irían transformando esos perfiles hasta hacerlos desaparecer, convirtiéndolos, finalmente, en meras abstracciones. Desde ese momento son para su creadora elementos gráficos que van a relacionarse con otros trazos informales, de raíz puramente abstracta, que ha gestado en otros lugares de la obra. En esa disyuntiva, por choque o afinidad, entre figuración y abstracción, participaban varios puñados de gestos y trazos. A todo eso se añadía una cierta tendencia hacia los gruesos empastes, muy del gusto de la artista en aquellos años, lo que culminaría por inscribirse en obras que se conocen como matéricas. Los resultados últimos ponían de manifiesto que eran unas creaciones en la que los objetos, de donde partía cada cuadro, adquirían un potente halo de sugestión.

En cuanto a los análisis de las obras recientes, las más, se observan que las propuestas van en muchas direcciones. En tres obras de soporte de madera la línea se erige como fundamento esencial. Realizadas sobre un permanente juego de líneas, la mano conduce los colores y serpentea y quiere chocar sin chocar. Deviene todo ello en muestreo de ritmos divergentes y convergentes, con los colores vibrando ante los ojos del espectador. Ya sólo esta tendencia deja abierto un camino de investigación plástica de notable valor.

En dos obras pequeñas, donde se da cita el aditamento de unas diminutas redecillas al modo de collages, Begoña Usaola ofrece dos hermosos testimonios de su creatividad y buen hacer. Mínimas en dimensión, pero en matices y en ejecución, tanto en la forma como en los entresijos del color, logran la máxima nota. Como sucede con una obra donde una forma algo oblonga, como una hoja de acacia, recorre en seis posiciones alternas de dos en dos una ubicación tricótoma. En esta obra el color se torna apagado, de tendencia grisácea y probablemente lleno de silencio. No así en otros tres cuadros, en el que otras formas oblongas semejantes se ven inmersas en un impositivo monocorde tono de color. Ahí el acierto llega mediante las relaciones entre las protagonistas formas curvas y las formas más o menos rectas, además de los ritmos generados por la disposición entre las propias formas curvas. Por otro lado, al juntarse los tres cuadros, ese espacio se muestra exultantemente creativo.

Párrafo aparte merecen los seis cuadros que aparecen juntos al fondo de la galería. Cada uno es un cosmos en sí mismo. A través de la colocación de los trazos formales en cada cuadro, y con utilización de distintos grados y modos de veladuras, lo que logra con ello es sencillamente magistral. Otra vez estamos ante un cúmulo de matices. Cada obra deja entrever el talento de la mano de la artista impostado en esas veladuras. Sensiblidad, inteligencia y búsqueda continuada. Begoña Usaola demuestra que es alguien en esto del arte.

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