Tribuna:NEGRITAS

Paraísos

La sala malagueña de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía acabó el último trimestre con 13.600 casos pendientes. La ecuación es sencilla: los cuatros magistrados se reúnen cada miércoles, exponen sus ponencias, deliberan y votan. Veinte fallos por semana, un máximo de 1.500 al año; el resto, hasta los 2.500 asuntos que llegan, a la cola.Ahora se están resolviendo los conflictos de 1995, pero no hay problema, los justiciables no protestan. Ya lo dijo el presidente de esta alta instancia, Andrés Márquez Aranda, que fuera director general de Instituciones P...

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La sala malagueña de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía acabó el último trimestre con 13.600 casos pendientes. La ecuación es sencilla: los cuatros magistrados se reúnen cada miércoles, exponen sus ponencias, deliberan y votan. Veinte fallos por semana, un máximo de 1.500 al año; el resto, hasta los 2.500 asuntos que llegan, a la cola.Ahora se están resolviendo los conflictos de 1995, pero no hay problema, los justiciables no protestan. Ya lo dijo el presidente de esta alta instancia, Andrés Márquez Aranda, que fuera director general de Instituciones Penitenciarias con el ministro Fernando Ledesma: aquí la Constitución no se cumple. La andanada se la envió a la consejera de Gobernación, hoy de Justicia, Carmen Hermosín, por un devaneo con el recorte de personal.

El reto terminó con el envío de un interino de refuerzo para cada juez. Ahora que ya están asentados, estas plazas han salido a concurso.

No es que todas las resoluciones que se dirimen requieran el sesudo esfuerzo de los juzgadores, pero sí su ocupación. El 60% de los casos tramitan disputas de los funcionarios con sus administraciones. Por tanto, es habitual que el máximo órgano jurisdiccional andaluz dedique a sus cuatro experimentados togados a fundamentar, por ejemplo, la legalidad de la reclamación de un trienio, que el afectado podrá elevar a decenio cuando se conozca la sentencia.

Panamá ha invitado a dos de los cuatro jueces a un cursillo. Allí entienden de paraísos y lo de Málaga es la panacea judicial.

Francisco de la Torre también riega ya su vergel municipal. Un meritaje curtido en todos los escalones posibles: delegado de clase, presidente de su comunidad de vecinos, procurador a Cortes y presidente de la Diputación, todavía en la época franquista, parlamentario de la UCD, dirigente andaluz del fracasado proyecto reformista de Miquel Roca, concejal de Urbanismo y, por fin, alcalde de Málaga. Ha renovado su gobierno, con un calco de las intenciones de la ex primera edil Celia Villalobos, antes de que se interpusiera el ministerio, aunque con una salvedad: los cambios se diseñaban entonces para postergar al actual regidor. Éste reconoce que le falta el garbo de su antecesora. Es decir, en vez de anillo de compromiso, Amena Dúo.

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