Tribuna:SEMANA SANTA 2000EL BALCÓN

Pasión marcial

ESPERANZA PELÁEZUno de los debates más enconados acerca de la Semana Santa es el de la conveniencia o no de que los militares participen en las procesiones. Hay quienes dicen que el Ejército no pinta nada en una fiesta religiosa y quienes defienden su presencia en nombre de la tradición.

Incluso hay quien le quita hierro al asunto, y alega que los militares en las procesiones evocan a los soldados romanos que prendieron y custodiaron a Jesucristo. Quién sabe. El caso es que en Málaga se produce con la Legión, que acompaña al Cristo de la Buena Muerte de la hermandad de Mena, una entrega...

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ESPERANZA PELÁEZUno de los debates más enconados acerca de la Semana Santa es el de la conveniencia o no de que los militares participen en las procesiones. Hay quienes dicen que el Ejército no pinta nada en una fiesta religiosa y quienes defienden su presencia en nombre de la tradición.

Incluso hay quien le quita hierro al asunto, y alega que los militares en las procesiones evocan a los soldados romanos que prendieron y custodiaron a Jesucristo. Quién sabe. El caso es que en Málaga se produce con la Legión, que acompaña al Cristo de la Buena Muerte de la hermandad de Mena, una entrega popular que asombra a propios y extraños.

El Jueves Santo, las calles se desbordan literalmente de la cantidad de gente que acude, incluso desde los pueblos, a ver desfilar a los legionarios. Los mayores expresan en voz baja su decepción: "Esto ya no es lo que era. Ahora vienen chavalitos de la mili; antes eran unos auténticos hombretones; con barbas, con tatuajes, con la camisa abierta hasta el pecho. Si te ponías en su camino, te aplastaban".

A muchos chiquillos los llevan el Jueves Santo por la mañana a ver la llegada del Tercio al Puerto. A algunos los visten incluso con un uniforme en miniatura. Durante la procesión, ya por la noche, situarse delante de una familia que lleva cuatro horas plantada en el mismo lugar para coger un sitio donde se vea el desfile y se escuche el Himno de la muerte, la tonada que cantan los legionarios, puede costar como mínimo un abucheo.

¿Qué ven en ellos? Se pregunta, atónito, el visitante acostumbrado a un país cada vez más escéptico con los ejércitos. Seguramente habrá parte del público apasionado por la carrera militar, pero no la mayoría. La mayoría no ve en los legionarios a alguien con un arma mortal en la mano, sino al chiquillo que fue alguna vez, y al padre, a la tía o al hermano mayor llevándolos al Puerto un Jueves Santo ya lejano por la mañana, contándole historias fascinantes sobre aquellos hombres.

De otro modo no se podría entender que la Legión arrastre más gente el Jueves Santo que cualquiera de las imágenes que salen. Pero así son las cosas, y a tenor de la cantidad de gente que lo siente así, tardarán en cambiar.

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