Editorial:

Responso por el Olivo

Los italianos han desautorizado el liderazgo de Massimo d'Alema, que dimitió ayer para pedir de nuevo la confianza al Parlamento por decisión del presidente Ciampi. Las elecciones regionales del domingo -ensayo general de las generales del año próximo- han resultado desastrosas para el primer ministro y su coalición de centro-izquierda, humillados por la alianza derechista entre Silvio Berlusconi y la Liga Norte de Umberto Bossi, que ya piden anticipar la convocatoria electoral. El jefe del Gobierno aspiraba a retener al menos el control de 9 de las 15 regiones donde se ha votado; ha obtenido ...

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Los italianos han desautorizado el liderazgo de Massimo d'Alema, que dimitió ayer para pedir de nuevo la confianza al Parlamento por decisión del presidente Ciampi. Las elecciones regionales del domingo -ensayo general de las generales del año próximo- han resultado desastrosas para el primer ministro y su coalición de centro-izquierda, humillados por la alianza derechista entre Silvio Berlusconi y la Liga Norte de Umberto Bossi, que ya piden anticipar la convocatoria electoral. El jefe del Gobierno aspiraba a retener al menos el control de 9 de las 15 regiones donde se ha votado; ha obtenido siete, alguna por los pelos. Sus rivales consolidan su dominio en el Piamonte, la Lombardía y el Véneto, en el poderoso norte, y le arrebatan el Lazio (Roma) o la Liguria (Génova).El resultado de los comicios, tras una campaña vacía de ideas y sobrada de insultos, varía sustancialmente el mapa político italiano. El veredicto del domingo no sólo puede enterrar las posibilidades de D'Alema como candidato del centro-izquierda; es también un responso para lo que queda del Olivo, aglutinado precariamente por el hombre que ha estado año y medio al frente del Gobierno y que ya en diciembre pasado, tras una primera dimisión, sorteó a duras penas un voto de confianza. En el mejor de los casos -que sobreviva de nuevo, quizá esta misma semana-, el ex comunista D'Alema parece haber jugado todas sus cartas. Es difícil encontrar a alguien que le crea capaz de renovar una dividida coalición para llegar con posibilidades a los comicios generales de la primavera próxima.

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Al frente de los Gobiernos 56º y 57º de la posguerra, D'Alema no ha sabido impulsar la renovación que tanto ha predicado de la gastada maquinaria institucional italiana. Ni ha sido capaz de hacer aceptar a los sindicatos las reformas económicas que su país necesita desesperadamente, ni ha puesto el orden y la estabilidad suficientes en las taifas del marchito Olivo: antiguos comunistas, cristianodemócratas, socialistas, verdes.

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Tampoco, como muestran las urnas, ha convencido a sus conciudadanos del peligro de la alianza conservadora entre Berlusconi y el jefe de la secesionista Liga Norte, pese a que, como consecuencia de ese pacto, el magnate de la televisión haya desplazado ostensiblemente hacia la derecha su mensaje político. La estrella política en ascenso apoya ahora la fracasada representación proporcional parlamentaria y el endurecimiento de la política inmigratoria, temas ambos mimados por la Liga.

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