Shevardnadze dice que en 2005 pedirá el ingreso en la OTAN de Georgia

Edvard Shevardnadze, de 72 años, fue reelegido el pasado domingo presidente de Georgia con un apabullante 80% de los votos, que dejó estupefactos a los observadores que anticipaban una victoria por un margen menor. Su primer anuncio fue emprender una lucha a vida o muerte contra la pobreza y la corrupción. El segundo, pedir el ingreso en la OTAN en el año 2005."Pediremos a la Alianza que nos abra la puerta", aseguró el ex ministro de Exteriores soviético en tiempos de la perestroika, "pero es difícil decir ahora si nos la abrirán o nos pedirán que esperemos". Shevardnadze lleva un par de años ...

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Edvard Shevardnadze, de 72 años, fue reelegido el pasado domingo presidente de Georgia con un apabullante 80% de los votos, que dejó estupefactos a los observadores que anticipaban una victoria por un margen menor. Su primer anuncio fue emprender una lucha a vida o muerte contra la pobreza y la corrupción. El segundo, pedir el ingreso en la OTAN en el año 2005."Pediremos a la Alianza que nos abra la puerta", aseguró el ex ministro de Exteriores soviético en tiempos de la perestroika, "pero es difícil decir ahora si nos la abrirán o nos pedirán que esperemos". Shevardnadze lleva un par de años coqueteando con la OTAN, en la que ve una garantía contra Rusia, que todavía tiene bases militares y miles de soldados en el territorio de la antigua república soviética del sur del Cáucaso.

Dzhumber Patiashvili, que fue jefe comunista de Georgia en tiempos soviéticos (igual que Shevardnadze), logró poco más del 17% de los votos y denunció que se había producido un fraude generalizado. Los observadores internacionales (fundamentalmente del Consejo de Europa y de la OSCE) señalaron numerosas irregularidades, pero no tantas como para poner en cuestión la victoria del presidente en ejercicio, que en 1995 se impuso ya al mismo rival por un contundente 74% a 19%. Los sondeos a pie de urna otorgaban a Shevardnadze en torno a un 65%, resultado que habría sido más verosímil.

En cualquier caso, quedó claro que los georgianos optaron por dar un margen de confianza a quien en los últimos cinco años ha conseguido devolver al país una estabilidad con la que pocos se atrevían a soñar tras los convulsos años que siguieron a la independencia de la URSS, en 1991.

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