El museo González Martí

No sabe uno si celebrarlo o montarle una zapatiesta al secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, tan feliz él por haber constituido el patronato del Museo Nacional de Cerámica González Martí. Lo que procede, probablemente, es celebrarlo y, simultáneamente, echarle los perros al ilustre ministrable (¿ya le toca?), pues en diez años es la primera vez que se reúne dicho órgano. Tampoco podría haber sido de otra manera habida cuenta de la escandalosa negligencia que ha caracterizado la gestión de este centro, dependiente del Estado. Su restauración tiene todas las trazas de una tomadur...

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No sabe uno si celebrarlo o montarle una zapatiesta al secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, tan feliz él por haber constituido el patronato del Museo Nacional de Cerámica González Martí. Lo que procede, probablemente, es celebrarlo y, simultáneamente, echarle los perros al ilustre ministrable (¿ya le toca?), pues en diez años es la primera vez que se reúne dicho órgano. Tampoco podría haber sido de otra manera habida cuenta de la escandalosa negligencia que ha caracterizado la gestión de este centro, dependiente del Estado. Su restauración tiene todas las trazas de una tomadura de pelo, por las carencias presupuestarias y la indiferencia mostrada. Que ahora se nos venga con un memorial de urgencias y promesas podrá suscitarnos alguna expectativa, pero en modo alguno nos hará olvidar los lustros de abandono que han padecido el edificio -esa joya que es el palacio del Marqués de Dos Aguas- y sus colecciones. Si no pueden o no les interesa atenderlo, ¿por qué demonios no lo transfieren? Sería una buena solución, además de justa.

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