Tribuna:

Pedazos

Debió dimitir al comienzo de curso, cuando hizo ostentación de otorgar subvenciones a un colegio privado que tenía deudas pendientes con la hacienda pública. En su historial figuraba ya su empeño, desde la presidencia de la Diputación, por desmontar la Institució Valenciana d'Estudis i Investigació (IVEI) para recrear una Institució Alfons el Magnànim que ahora mismo no es nada. Manuel Tarancón, consejero de Educación y Cultura, tiene una torpe tendencia a confundir la legitimidad democrática con el ordeno y mando más arbitrario. El absurdo episodio de la escultura impuesta al IVAM lo ha corro...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Debió dimitir al comienzo de curso, cuando hizo ostentación de otorgar subvenciones a un colegio privado que tenía deudas pendientes con la hacienda pública. En su historial figuraba ya su empeño, desde la presidencia de la Diputación, por desmontar la Institució Valenciana d'Estudis i Investigació (IVEI) para recrear una Institució Alfons el Magnànim que ahora mismo no es nada. Manuel Tarancón, consejero de Educación y Cultura, tiene una torpe tendencia a confundir la legitimidad democrática con el ordeno y mando más arbitrario. El absurdo episodio de la escultura impuesta al IVAM lo ha corroborado de nuevo ante la mirada atónita de toda España y parte del extranjero. Tal vez el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, cuando se vea obligado a remodelar su Consell porque el titular de Sanidad, José Emilio Cervera, es incapaz de explicar sus pasados enredos con la informática, recuerde la imagen de la institución hecha pedazos y decida incluirlo en el paquete de cambios. O tal vez no. Es algo que el líder popular habrá de meditar ignorando las vísceras de la prepotencia. El que sin duda debería reflexionar, tras la trifulca de la semana pasada, es José Sanleón, un artista que sólo fue capaz de descubrir los manejos políticos escondidos tras su asalto a la explanada del museo cuando las cosas se pusieron difíciles. Destruyó entonces su obra en una rabieta y algunos se lo han jaleado. Hará mal si se siente una especie de héroe en lugar de un descalabrado en medio de ese ambiente de hooligans que impera en los círculos locales de las artes plásticas. Un ambiente excitado que tiene que ver con el zafarrancho de combate impuesto día a día por Consuelo Ciscar desde su atareada dirección general. Tanto trasiego y tanto autobombo desgastan y queman, a la vez que esquilman el terreno del contraste cultural y del debate más o menos sereno. Verla llorar después de depositar flores en los restos de la desdichada escultura, sin que se sepa muy bien por qué tenía esa sensación de viuda, confirma la necesidad de mandarla a su casa con el agradecimiento de rigor, ¡uf!, por los servicios prestados. A esa mujer le hace falta un descanso.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En