Las mafias albanesas trafican con refugiadas de Kosovo para prostituirlas en Occidente

e Las mafias albanesas explotan en Europa occidental las redes de prostitución aprovechándose del conflicto de Kosovo y de la inmigración ilegal hacia Italia. Mujeres jóvenes son secuestradas, o compradas, en los campos de refugiados y enviadas a ciudades alemanas, italianas, belgas o francesas. En total, unas 300.000 mujeres procedentes de países del Este se prostituyen en Europa occidental, según la organización internacional para las migraciones. Las mujeres son violadas y preparadas para la prostitución en "auténticos campos de concentración", según un responsable policial.

En otoño...

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e Las mafias albanesas explotan en Europa occidental las redes de prostitución aprovechándose del conflicto de Kosovo y de la inmigración ilegal hacia Italia. Mujeres jóvenes son secuestradas, o compradas, en los campos de refugiados y enviadas a ciudades alemanas, italianas, belgas o francesas. En total, unas 300.000 mujeres procedentes de países del Este se prostituyen en Europa occidental, según la organización internacional para las migraciones. Las mujeres son violadas y preparadas para la prostitución en "auténticos campos de concentración", según un responsable policial.

En otoño de 1999 varias prostitutas de Lyón dirigieron un escrito al prefecto y al procurador de la República para quejarse de la presencia de entre "50 u 80" mujeres que, según ellas, estaban controladas por proxenetas albaneses. Después ocurrió que en Toulouse, una ciudad menos conocida por este tipo de actividades, siete albaneses fueron detenidos acusados de haber comprado en Italia a compatriotas -o mujeres chechenas- destinadas a prostituirse en la ciudad.La afluencia de jóvenes procedentes de los países del Este no constituye una novedad en Francia. En los últimos años, la policía ha desmantelado numerosas redes en las que estaban implicadas rusas, búlgaras o ucranias. Pero el conflicto de Kosovo y el desarrollo de la inmigración clandestina entre el país de las águilas [Albania] e Italia ha modificado los factores del problema. Los albaneses, de una extrema violencia, son cada vez en mayor número los que explotan en Europa occidental a mujeres jóvenes reducidas, por así decirlo, al estado de esclavas.

Los policías franceses, que se enfrentan al fenómeno desde mediados de 1997, han comenzado a conocer bien el modo de distribuirse de estas redes. A día de hoy, sólo algunas ciudades francesas han sido afectadas: Estrasburgo, Lyón, Niza y, sobre todo, París, donde el número de albanesas y albanokosovares se estima en unas 300, lo que constituye la primera comunidad extranjera en la ciudad en materia de prostitución callejera.

En otros lugares como Toulouse o Burdeos, los proxenetas se muestran mucho más prudentes. Se comportan como si estuvieran en fase de evaluación del mercado local, poniendo a prueba de alguna manera la reacción de policías y jueces. A fin de complicar las pesquisas de los investigadores, algunos prefieren permanecer en el extranjero, en particular en Bélgica, y, desde allí, controlar a distancia -con ayuda de los teléfonos móviles- a las mujeres emplazadas al otro lado de la frontera. La vigilancia de las prostitutas se delega entonces en otra prostituta o en delincuentes locales.

Estos hombres, organizados en bandas pequeñas pero bien estructuradas, declaran habitualmente ser kosovares a fin de que les sea más fácil obtener el estatuto de refugiado. Pero vienen de Albania, a menudo del mismo pueblo o incluso de la misma familia. Sólo una parte de las chicas jóvenes que trabaja para ellos vienen de ese país o de Kosovo. Algunas son atraídas por la promesa de un matrimonio y de una salida a Occidente con un compatriota. Sucede también que son compradas o secuestradas en los campos de refugiados antes de ser enviadas al extranjero o a los bares de soldados de Pristina. En el camino, la mayor parte de ellas sufre malos tratos, en particular violaciones, antes de ser obligadas a prostituirse. "Al principio no creía en la existencia de auténticos campos de concentración, donde son violadas y preparadas para la prostitución", explica el comisario Christian Amiard, responsable de la oficina central para represión de la trata de seres humanos (Ochrteh). "Después, a fuerza de reunirme con colegas de otros países y de escuchar testimonios, he comprendido que de verdad existen. Hay que terminar con la imagen de una estudiante nativa que responde a un anuncio y se encuentra con un proxeneta. Cuando llegan aquí ya saben lo que les espera. Con los albaneses es horrible, es como en la Edad Media".

Pasada esta primera fase, la represión se fundamenta en el miedo a las represalias contra los familiares o las mismas chicas. Los proxenetas usan todo tipo de amenazas. En Italia numerosas víctimas han relatado cómo sus protectores no dudaban en exhibir ante ellas un brazo o una pierna de una chica demasiado poco dócil a sus ojos. En Niza, dos albaneses fueron detenidos por haber cubierto de golpes a una prostituta que había dejado de hacer la calle durante dos horas debido a una tormenta. "Los albaneses no tienen parangón en la presión que ejercen sobre las chicas", afirma un policía especializado. "Las vigilan sin cesar, saben cada franco que ganan y no les quitan ojo", añade.

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El vínculo de dependencia es difícil de romper. Las mujeres se confían poco a la policía o a los jueces. Sólo algunas organizaciones especializadas logran a veces ganar su confianza.

Otros países de Europa, como Italia, Bélgica o Alemania -este último con unas 10.000 prostitutas forzadas-, sufren este problema, ante el cual voces como la del subsecretario de Estado de Interior italiano, Alberto Maritati, han pedido una movilización internacional.

©Le Monde-EL PAÍS

Esclavas tatuadas

En el mundo de la prostitución, Italia es un país clave. Las mafias albanesas se han instalado en vecindarios con el aval de los delincuentes locales."Tienen un pie dentro del mundo del hampa italiano", asegura un policía francés. Algunos especialistas indican la existencia, en Milán, de un "mercado de mujeres", al que las redes hacen pedidos de nuevas prostitutas.

Durante un coloquio organizado por el Consejo de Europa en noviembre de 1999 en Bari, una de las intervinientes, Elisa Pozza Tasca, había denunciado esta forma de esclavitud.

"Las chicas jóvenes son sometidas a torturas de toda clase: descargas eléctricas, amputación de dedos y orejas, con el objetivo de obtener unos cuerpos entrenados y obedientes, unas identidades desintegradas y unas personalidades aniquilidas", indicó Pozza, quien también explicó cómo ella misma lo había comprobado: "He tenido la ocasión de verificar personalmente, no solamente aquí, en Puglia, sino también en Albania, estos lugares de tránsito y el origen de estas nuevas esclavas. Los tatuajes que estas jóvenes llevan en la piel son las marcas de identificación de los clanes que las han comprado a las familias y las vuelven a vender a otros clanes".

Un fenómeno en expansión

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), las prostitutas originarias de los países del Este alcanzan la cifra de 300.000 en Europa Occidental. El fenómeno ha adquirido tal amplitud que la OIM organiza en algunos de los países de origen campañas de información destinadas a poner sobre aviso a las mujeres jóvenes.En Francia, donde cerca del 30% de las prostitutas son extranjeras, las albanesas y las kosovares son cada vez más numerosas. Sólo en la capital, París, la brigada de represión del proxenetismo estima que su número oscila en unas 300, lo que las convierte en el colectivo más numeroso después de las francesas. El número de estas mujeres, difícil de cuantificar, evoluciona al ritmo de los conflictos en aquella región de Europa.

El caso de Italia también es preocupante. Numerosas ciudades del sur, y también Milán en el norte, hacen de ruta de paso entre Tirana y los demás países de Occidente.

En Bélgica, las evidencias de trata de blancas han aparecido a partir de 1997. "Los grupos están menos organizados pero los hombres que los dirigen son mucho más violentos, tanto entre ellos como hacia las mujeres", señala Eric Van der Sypt, un especialista de Bruselas.

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