Quería que le llamaran "señor King"

Martin Luther King soñó hace casi cuarenta años con un Estados Unidos de armonía racial, pero la vida de los negros norteamericanos es una carrera cuesta arriba. La realidad objetiva de las estadísticas sobre desarrollo económico y renta da cuenta de grandes avances en la calidad de vida de ese 13% de la población del país más rico del mundo. La realidad subjetiva demuestra un día sí y otro también que ser negro en Estados Unidos sigue siendo una desgracia. Amadou Diallo pagó con su vida el color de su piel ante la policía de Nueva York, la misma ciudad en la que acaba de clausurarse una e...

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Martin Luther King soñó hace casi cuarenta años con un Estados Unidos de armonía racial, pero la vida de los negros norteamericanos es una carrera cuesta arriba. La realidad objetiva de las estadísticas sobre desarrollo económico y renta da cuenta de grandes avances en la calidad de vida de ese 13% de la población del país más rico del mundo. La realidad subjetiva demuestra un día sí y otro también que ser negro en Estados Unidos sigue siendo una desgracia. Amadou Diallo pagó con su vida el color de su piel ante la policía de Nueva York, la misma ciudad en la que acaba de clausurarse una exposición con tarjetas postales de linchamientos de negros. La muestra ha servido para recordar dónde se estaba no hace tantos años: una de las postales está datada en 1960. Preston King, un negro nacido hace 63 años en Georgia, ha vuelto a su país tras 39 años de exilio y ha visto que la desconfianza racial goza de buena salud. La historia de este exiliado es agridulce y encarna la de su raza. Preston King era estudiante universitario cuando en 1961 fue llamado a filas. La comunicación oficial de la convocatoria iba encabezada indistintamente por un "señor King" o un "muy señor mío" hasta que se personó en la caja de reclutas. Era negro, y no había negro en la Georgia de 1961 al que se tratara de señor. El "señor King" pasó a ser llamado Preston, su nombre de pila, el modo en que los blancos del Sur se dirigían a sirvientes y esclavos. King exigió infructuosamente que se le llamara por su apellido y en señal de protesta por la discriminación se negó a entrar en filas. La insumisión fue respondida con 18 meses de cárcel. Ante Preston King se abrió un abismo: la alternativa a la cárcel era huir o arruinar a la familia en un proceso judicial de dudoso final. Al fin y al cabo, ha dicho ahora, del mismo modo que se le llamaba Preston por ser negro y se le negó la prórroga de incorporación a filas por ser negro, era más que probable que un jurado de blancos georgianos rechazara su apelación porque era negro. Huyó del país. En Londres estudió en la London School of Economics y luego dio clases en Ghana, Kenia y Australia antes de volver a Inglaterra, donde ahora es profesor de políticas en la Universidad de Lancaster. El exilio terminó la semana pasada, cuando Bill Clinton firmó un perdón presidencial para que Preston King pudiera volver a Georgia al entierro de su hermano mayor, Clennon. Antes habían muerto sus padres y otros tres hermanos sin que Preston King pudiera volver a casa, so pena de ir a la cárcel. Entre quienes pidieron el perdón para el insumiso estaban Oona King, hija de Preston, parlamentaria laborista de 31 años en la Cámara de los Comunes británica, y el juez William Bootle, de 97 años, el mismo que le condenó en 1961. King acudió el viernes a visitar a Bootle para agradecerle su petición de clemencia. Fue una reunión emotiva, y en el almuerzo hablaron de positivismo legal y discreparon sobre lo ocurrido. Para Bootle, un juez que ayudó a acabar con la segregación en las escuelas y universidades de Georgia, no había otra salida que aplicar la ley; para King no había otra salida que la rebelión. "¿Hay que ceder, cueste lo que cueste?", se pregunta el profesor, un interrogante que plantea a quienes estos días le han abucheado en su Albany natal con la excusa aparente de que era un insumiso traidor. Los veteranos de guerra han sido los más críticos, por más que cuando King plantó cara a los que le llamaban Preston y se exilió no huía de la guerra. Estados Unidos no había entrado aún en el camino que llevaba a Vietnam. Pero han sido los veteranos de guerra blancos los que han protestado. Bob Washington, veterano y negro, ha aplaudido a King: "Si yo hubiera podido, también lo hubiera hecho". King defiende el servicio militar y asegura que hubiera vestido el uniforme si le hubieran tratado de usted. Su lucha, subraya, fue un combate por los derechos civiles: "Decir no es lo único digno que se puede hacer cuando uno se enfrenta a una situación inaceptable". Los King nacieron para decir no. El recién fallecido Clennon fue el primer negro en pedir en los años cincuenta entrar en la entonces exclusivamente para blancos Universidad de Misisipí. Había que estar loco para hacerlo, y efectivamente se certificó su locura. En 1976 provocó la escisión de la Iglesia baptista sólo para blancos de Plains, de la que era feligrés Jimmy Carter, quien apoyó la fractura. Preston King está ya de regreso en Lancaster, sin planes para establecerse definitivamente en una Georgia en la que los negros siguen siendo vistos como ciudadanos de segunda.

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