Tribuna:

Escuela

JAIME ESQUEMBRE

Tanto les da la educación que la sanidad, el Ave o las carreteras. La reacción oficial se ha convertido en doctrina: toda protesta contra la acción (omisión) de gobierno, está dirigida desde los bancos de la oposición. No dejan opción a la libertad de expresión y manifestación. Para los integrantes del Consell de Eduardo Zaplana, el movimiento ciudadano no existe, y cuando toma la calle no es más que la escenificación de un espectáculo de títeres con políticos como maestros de ceremonia. Ellos son únicos, los mejores, unos campeones, y el resto pura chusma.

Ayer, ...

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JAIME ESQUEMBRE

Tanto les da la educación que la sanidad, el Ave o las carreteras. La reacción oficial se ha convertido en doctrina: toda protesta contra la acción (omisión) de gobierno, está dirigida desde los bancos de la oposición. No dejan opción a la libertad de expresión y manifestación. Para los integrantes del Consell de Eduardo Zaplana, el movimiento ciudadano no existe, y cuando toma la calle no es más que la escenificación de un espectáculo de títeres con políticos como maestros de ceremonia. Ellos son únicos, los mejores, unos campeones, y el resto pura chusma.

Ayer, entre 7.000 y 10.000 personas tomaron las calles en Alicante para protestar por la situación que atraviesa la educación pública. Pedían escuelas e institutos. Maestros, profesores. Dos kilómetros de humanidad exigiendo al consejero Tarancón que cumpla con su obligación, que trabaje y se gane el sueldo.

¿Adivinan su respuesta, en tiempo real, ante los micrófonos de la Cope? Pues lo de siempre. "Esta manifestación no responde a intereses educativos, sino políticos". Es decir, otra movilización dirigida por los socialistas, pese a que éstos al final no participaron oficialmente en señal de duelo por el atentado de Vitoria.

Y Tarancón rizó el rizo: "El Consell es el primer interesado en la calidad de la educación pública", declaró sin pudor quien gusta de inaugurar el curso en centros de élite. Llegó a decir, incluso, que la culpa de todo la tiene la economía, que va muy bien y deja sin técnicos ni obreros a la Administración para redactar proyectos y completar la infraestructura educativa. El consejero no encuentra arquitectos ni albañiles. La voluntad política para mejorar la educación pública valenciana, ni la busca.

Aprovechando que el Segura muere por Orihuela, Tarancón no dejó pasar la oportunidad de arremeter contra el rector Andrés Pedreño, que eso siempre suma puntos en la cartilla de racionamiento de poder. Por adherirse a la protesta, "matrícula de honor" a la actitud del académico. Emulando a su jefe, ahí va su calificación: cero patatero.

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