El GIL boicoteará la nueva legislación en Ceuta

La recién estrenada valla concentra a los inmigrantes en la frontera y reactiva las pateras

El Grupo Independiente Liberal (GIL) no reconoce la Ley de Extranjería y hará lo posible por boicotear su aplicación. Así lo ha manifestado Manuel de Rubia, consejero de presidencia del GIL, quien anuncia que va a "retrasar al máximo" las peticiones de empadronamiento. "Estudiaremos los casos uno a uno, seremos muy escrupulosos y ralentizaremos la respuesta", dice el consejero. Esta actitud añadirá previsiblemente leña al fuego en una ciudad cuyo principal problema es la inmigración clandestina.Entre Beliones y Alcazarseguer, territorio marroquí situado junto a la frontera, se levantaban esta ...

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El Grupo Independiente Liberal (GIL) no reconoce la Ley de Extranjería y hará lo posible por boicotear su aplicación. Así lo ha manifestado Manuel de Rubia, consejero de presidencia del GIL, quien anuncia que va a "retrasar al máximo" las peticiones de empadronamiento. "Estudiaremos los casos uno a uno, seremos muy escrupulosos y ralentizaremos la respuesta", dice el consejero. Esta actitud añadirá previsiblemente leña al fuego en una ciudad cuyo principal problema es la inmigración clandestina.Entre Beliones y Alcazarseguer, territorio marroquí situado junto a la frontera, se levantaban esta semana campamentos de subsaharianos que esperan su oportunidad para saltar la valla que blinda la ciudad. Los servicios de información de la Guardia Civil tienen fotografias aéreas en las que se aprecia el humo y sus tiendas de campaña. Pero saltar la valla es cada día más difícil. La exterior, de 3,5 metros de altura, se acabó el pasado jueves y la interior se concluirá en marzo.

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En 1999, más de 7.000 subsaharianos consiguieron pisar territorio ceutí y regularizar su situación. Ciento tres pateras repletas de marroquíes, y 62 balsas de goma en las que navegaban subsaharianos, fueron interceptadas en sus aguas. En 1999, la Guardia Civil devolvió a Marruecos, a pie de frontera, a un total de 42.463 marroquíes que pretendían entrar en Ceuta.

Los 8.000 millones de pesetas que ha costado la valla han comenzado a dar la rentabilidad esperada. Desde hace dos semanas, muy pocos inmigrantes consiguen sortear la impresionante muralla de espino, las cámaras infrarrojas y la vigilancia. "Por primera vez ha habido días en que no ha entrado ni una sola persona. El pasado fin de semana fueron únicamente siete", señalan fuentes oficiales.

Sin embargo, las dificultades del paso por tierra han reactivado las pateras. Casi a diario, la Guardia Civil impide el paso a este tipo de embarcaciones. El último intento se produjo la madrugada del viernes, cuando se interceptó una patera con cuatro subsaharianos.

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