Cartas al director

A dedo

En el Conservatorio Municipal de Música de Móstoles Rodolfo Halffter, desde el pasado 1 de septiembre se dan todas las circunstancias que nunca deberían darse en un centro público de enseñanza de un país democrático. Podemos aprender de él todo lo que nunca debe hacerse para asegurar una educación seria a los futuros músicos de este país. Desde su proyecto educativo, por llamarlo de alguna manera, hasta la forma de gestionarlo desde el Ayuntamiento.El equipo de gobierno actual con su concejal de Cultura a la cabeza y sirviéndose de algunos elementos sospechosamente favorables entre el profesor...

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En el Conservatorio Municipal de Música de Móstoles Rodolfo Halffter, desde el pasado 1 de septiembre se dan todas las circunstancias que nunca deberían darse en un centro público de enseñanza de un país democrático. Podemos aprender de él todo lo que nunca debe hacerse para asegurar una educación seria a los futuros músicos de este país. Desde su proyecto educativo, por llamarlo de alguna manera, hasta la forma de gestionarlo desde el Ayuntamiento.El equipo de gobierno actual con su concejal de Cultura a la cabeza y sirviéndose de algunos elementos sospechosamente favorables entre el profesorado (elementos que habían desestabilizado la buena marcha del centro en estos últimos años), protagonizó un verdadero "golpe de estado" el pasado mes de agosto, en plenas vacaciones, con lo que se aseguraron la falta de oposición de los órganos legales de gobierno del conservatorio. Se nombró un nuevo director a dedo, destitu-yendo a toda la directiva anterior, elegida democráticamente hacía un año por el consejo escolar, como reza en la LOPEG, ley que afecta a los centros públicos como lo es el conservatorio. Teóricamente debería ser inviolable por tratarse de una Ley Orgánica, pero en el Ayuntamiento de Móstoles se vulnera, o porque se está muy cerca de Dios, o por-que las leyes del Estado español no afectan a la ciudad de Móstoles por tratarse de otro país, de no ser así, se ha podido incurrir en faltas muy graves por parte del alcalde y el concejal de Cultura de la ciudad de Móstoles, convertida en su particular reino de taifa. Muy graves, además, por haberlo intentado hace dos años, viéndose obligados entonces a cejar en el empeño por su flagrante ilegalidad, ahora podrían incluso incurrir en prevaricación. Pero no queda ahí todo, vuelven a saltarse a la torera dicha ley nombrando a un profesor no fijo en plantilla (el 19 de agosto, 13 días antes de la renovación de su contrato), cuando uno de los requisitos más importantes a tener en cuenta en el nombramiento de la figura del director, es la naturaleza de destino definitivo de su contrato.

A partir de aquí todo lo demás: los nuevos profesores beneficiados de este chapucero "golpe de estado" anuncian actividades a bombo y platillo que en nada benefician a los alumnos pero que encandilan a los padres y caen víctimas del "timo" (se darán cuenta cuando quieran seguir su carrera en los conservatorios superiores, a los que no accederán por falta de preparación). Los únicos beneficiados: profesores protegidos por el concejal.

Pero no hemos acabado, se han masificado las clases y se han admitido menos alumnos con respecto a otros años, y no por falta de demanda como aseguran, esto les ha permitido prescindir del único profesor "eventual" que osó salirles al paso y hoy sufre las consecuencias de su oposición a todas estas sucias escaramuzas políticas (protestar ante algunos gobiernos aun hoy se paga caro). En su lugar y para cubrir las horas que el nuevo director necesita para hacer todo este desbarajuste, se ha contratado a un profesor que resulta ser hijo de un candidato del PSOE de las últimas elecciones municipales y que ya en el 96 se contrató de forma ilegal, con lo que parece haberse matado dos pajaros de un tiro. Si se permite saciar la sed de poder de algunos utilizando un centro y todo lo que él contiene como catapulta personal, estaremos poniendo a disposición de muy pocos todos los presentes y futuros de un colectivo muy amplio.- Alfonso Ortega Loano. El Álamo.

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