Tribuna:

Ideas a la sombra de Marcel Proust

Durante estos días, muchos escritores y críticos literarios han coincidido en destacar a Marcel Proust como el autor más importante del siglo XX. Y, sin embargo, esta afirmación tan unánime no deja de resultar un poco sorprendente, porque Proust vivió más años en el siglo XIX que en el XX (29 frente a 22). Ya sé que pensarán que son ganas de complicar las cosas... Pero quizá era más apropiado, para ese pomposo título honorífico, un James Joyce, un Thomas Mann, un Albert Camus... ¿Se puede afirmar que Proust, que no conoció la Segunda Guerra Mundial ni tuvo tan siquiera acceso a una máquina de ...

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Durante estos días, muchos escritores y críticos literarios han coincidido en destacar a Marcel Proust como el autor más importante del siglo XX. Y, sin embargo, esta afirmación tan unánime no deja de resultar un poco sorprendente, porque Proust vivió más años en el siglo XIX que en el XX (29 frente a 22). Ya sé que pensarán que son ganas de complicar las cosas... Pero quizá era más apropiado, para ese pomposo título honorífico, un James Joyce, un Thomas Mann, un Albert Camus... ¿Se puede afirmar que Proust, que no conoció la Segunda Guerra Mundial ni tuvo tan siquiera acceso a una máquina de escribir, sea el escritor del siglo XX? ¿Se puede creer que el célebre autor de la recherche, que murió de gripe porque se negó a hacer caso del consejo de su doctor y a medicarse con unas inyecciones de aceite alcanforado, sea el escritor del siglo de los avances médicos?Es cierto que Proust publicó sus obras durante la primera y segunda década del siglo XX, pero no es menos cierto que el mundo que nos describe pertenece al anterior. De hecho, es un autor estudiado como de fin de siècle (del siglo XIX), en cuya obra se asimilan muchas de las tesis e ideas de Schopenhauer y de Nietzsche. Incluso Madame de Guermantes tiene más que ver con los salones parisinos dieciochescos, con una aguda y sarcástica Madame du Deffand, que con una reivindicativa Simone de Beauvoir. No obstante, la influencia de Marcel Proust sobre la literatura contemporánea ha sido tan profunda, su lectura resulta tan estimulante, su concepción de las cosas se nos aparece tan apropiada, tan extrañamente moderna, que no dudamos en considerarlo el escritor de nuestro siglo. Como afirma Alain de Botton en Cómo cambiar tu vida con Proust -un libro tan sólo recomendable para proustianos terminales- la obra del autor de Balbec resulta no sólo edificante, sino que es absolutamente necesaria para saber afrontar las dificultades de nuestra existencia, y tras su lectura aprendemos a hacer (y conservar) amigos, a sacarle partido al sufrimiento, a disfrutar de unas vacaciones, a no comprar sin ton ni son, a no leer con exceso... Con Proust, en definitiva, y según asegura de Botton entusiásticamente, aprendemos a andar por la vida y a afrontar el paso del tiempo sin temor alguno.

Sin embargo, ¿qué habría pasado si nuestro Marcel hubiese publicado la recherche a finales del siglo XIX? ¿Sería por eso menos escritor del siglo XX? Quizá entonces tendríamos que resignarnos a distiguir a Joyce y su Ulises, que aunque nos interesa -a veces más, a veces menos- no nos enseña tantas cosas de la vida. Ya saben lo que quiero decir... Claro que probablemente "por unos pocos años" no renunciaríamos a Marcel Proust... Y, sin embargo, desde esa perspectiva, cuando Henri Beyle, alias Stendhal, advertía que sus obras estaban escritas para ser entendidas a partir de 1920, quizá habría que concederle la posibilidad de poder competir con Proust. ¿Por qué no? Luis Alejandro César Bombet -uno de los innumerables pseudónimos de Henri Beyle- no vivió ni un sólo dia del siglo XX, pero no dudaba en asegurar que escribía para ser leído en éste. Y si hubiésemos de elegir entre Stendhal y Proust, seguro que tendríamos división de opiniones: unos alabarían la prosa segura y tersa, escueta y directa, del autor de Rojo y Negro ("Mon idéal de style est celui du Code Civil") y otros en cambio recordarían con nostalgia las cuarenta y cuatro líneas que ocupa una frase del principio del Du côté de chez Swann.

En cualquier caso, todo ello reincide en la inanidad de dejarse embaucar por esas odiosas divisiones administrativas llamadas "siglos" en el momento de realizar juicios literarios. Me pregunto qué habría contestado Marcel Proust si le hubieran preguntado cuál había sido su escritor preferido del siglo (XIX, naturalmente). Quizá reclinándose indolentemente sobre el brazo de su butaca, forrado de terciopelo rojo, y humedeciendo ligeramente sus labios con el extremo de la lengua, como preparando el camino para un larga y gustosa perífrasis, hubiese contestado aquella frase de Albert Bloch, uno de sus personajes más entrañables: "Yo jamás me dejo influir por las perturbaciones atmosféricas, ni menos aún por las divisiones convencionales del tiempo, y de buena gana rehabilitaría la utilización de la pipa de opio o del kris malayo, pero ignoro por completo el empleo de esos instrumentos infinitamente más perjudiciales, y sobre todo tan burgueses, que son el paraguas y el reloj". No hay duda alguna, amigos, Marcel Proust es bueno para la salud.

Martí Domínguez es escritor.

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