Tribuna:

Cambio de guardia

Aunque nuestro sistema político, tanto el estatal como el autonómico, sea un sistema parlamentario, en el momento electoral opera como un sistema presidencial. La expectativa de victoria depende en buena medida del tirón del candidato a la Presidencia del Gobierno de la nación o de la comunidad autónoma. La deriva electoral presidencialista ha sido una constante en todas las elecciones celebradas desde 1977.Con esta tendencia es con la que parece querer romper el PA en las próximas elecciones autonómicas, en las que, según informaba Isabel Pedrote en EL PAÍS de ayer, pretende anteponer la marc...

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Aunque nuestro sistema político, tanto el estatal como el autonómico, sea un sistema parlamentario, en el momento electoral opera como un sistema presidencial. La expectativa de victoria depende en buena medida del tirón del candidato a la Presidencia del Gobierno de la nación o de la comunidad autónoma. La deriva electoral presidencialista ha sido una constante en todas las elecciones celebradas desde 1977.Con esta tendencia es con la que parece querer romper el PA en las próximas elecciones autonómicas, en las que, según informaba Isabel Pedrote en EL PAÍS de ayer, pretende anteponer la marca del partido al candidato.

La decisión tiene su lógica. El PA ha sido un partido que se ha caracterizado por tener excelentes competidores municipales, que eran simultáneamente pésimos estrategas regionales. Luis Uruñuela compitió con gran eficacia en 1979. Alejandro Rojas-Marcos también lo ha hecho desde 1987 a 1999. Y Pedro Pacheco lo viene haciendo ininterrumpidamente desde 1979 hasta hoy. Y hay algunos más en Algeciras, San Fernando, Cabra, Écija y otros municipios menores.

Sin embargo, en todas las ocasiones en que el PA ha tenido la posibilidad de alcanzar implantación regional y convertirse en una fuerza política que contara en la dirección de Andalucía e incluso de España, dicha posibilidad ha sido desbaratada por la acción de dichos líderes. Así ocurrió con la decisión de cambiar la alcaldía de Sevilla por las de Granada y Huelva en 1979. Así ocurrió con el "Pacto Rojas-Marcos-Martín Villa", tras el 28-F. Y así ocurrió con el enfrentamiento entre Rojas-Marcos y Pedro Pacheco en las elecciones generales de 1993. Siempre que el PA estaba en condiciones de "despegar" como partido regional, eran sus propios dirigentes los que abortaban la maniobra de despegue.

Se trata, por tanto, de dirigentes que han agotado ya su crédito político, excepto en el terreno exclusivamente municipal. Y es lógico, en consecuencia, que los nuevos dirigentes del PA estén pensando en reforzar la marca del partido e intentar acentuar su impronta regional. Es relativamente poco lo que puede esperar que Pedro Pacheco le aporte en la próxima campaña desde una perspectiva andaluza, aunque sí puede contribuir a que el PA obtenga un buen resultado en Cádiz y no sólo en las elecciones autonómicas, sino también en las generales, lo que sería sumamente importante para su futuro como fuerza política.

Pero el PA, si quiere sobrevivir, tiene que asentar su imagen de partido andaluz. Hasta ahora ha podido sobrevivir por la fuerza de algunas de sus figuras municipales. Así no puede continuar por mucho tiempo. O se convierte en un partido andaluz, y no meramente jerezano, sevillano... o simplemente dejará de estar presente en la vida política andaluza a medida que, por razones puramente biológicas, vayan dejando de estar en activo sus figuras municipales.

JAVIER PÉREZ ROYO

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