Los chechenos debilitan al Ejército ruso con ataques sorpresa en zonas ya "liberadas"

Intensos combates estallaron ayer en dos ciudades de Chechenia que los guerrilleros atacaron sorpresivamente. También hubo encarnizados enfrentamientos en Argún, donde los soldados rusos entraron por la mañana para tratar de expulsar a los rebeldes que el viernes por la noche habían recuperado esa ciudad satélite de Grozni. Los independentistas están aprovechando al máximo la pausa declarada por Moscú en el asalto a la capital rebelde y continúan aplicando una táctica de guerra de guerrillas, con grupos móviles que la mayoría de las veces pillan desprevenidos a los federales.

En Argún, ...

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Intensos combates estallaron ayer en dos ciudades de Chechenia que los guerrilleros atacaron sorpresivamente. También hubo encarnizados enfrentamientos en Argún, donde los soldados rusos entraron por la mañana para tratar de expulsar a los rebeldes que el viernes por la noche habían recuperado esa ciudad satélite de Grozni. Los independentistas están aprovechando al máximo la pausa declarada por Moscú en el asalto a la capital rebelde y continúan aplicando una táctica de guerra de guerrillas, con grupos móviles que la mayoría de las veces pillan desprevenidos a los federales.

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En Argún, ciudad estratégica a 16 kilómetros al este de Grozni, los guerrilleros cercaron la comandancia militar y la estación de ferrocarriles, según reconocieron a últimas horas de la tarde los rusos. Los rebeldes habían lanzado un ataque sorpresa la noche del viernes y prácticamente controlaban la ciudad. Pero ayer por la mañana soldados rusos entraron en la ciudad y se hicieron fuertes en la comandancia y la estación. El mando militar no ha dado cifras de las bajas, pero los chechenos afirman haber destruido más de 10 vehículos, entre blindados y camiones. Los rebeldes también atacaron una columna de tropas del Ministerio del Interior que llevaba agua a Gudermés. Cerca del río Dzhalka, a pocos kilómetros de esa ciudad, la segunda en importancia de Chechenia, los guerrilleros tendieron una emboscada a los soldados, que urgentemente pidieron ayuda por radio. Pero, como reconocen los rusos, los cinco blindados enviados a socorrerlos también fueron emboscados, entablándose un feroz combate. Al tiempo, un grupo de 500 rebeldes trató de entrar en Gudermés, pero fueron repelidos.

Por último, en Shalí, ciudad ubicada a 36 kilómetros al sureste de Grozni, los independentistas también atacaron. Los rusos afirman que llegaron en un autobús, haciéndose pasar por civiles, por lo que pillaron por sorpresa a los soldados. Los guerrilleros están al mando del general de brigada Aslanbek Arsáyev, que asegura controlar totalmente la ciudad. Los rusos dicen que han enviado un grupo de blindados a Shalí, pero los rebeldes afirman que tanto la policía como los soldados del Ministerio de Interior están abandonando la ciudad sin oponer resistencia.

Los últimos enfrentamientos demuestran que los rusos no controlan verdaderamente las ciudades donde han entrado (de las cinco ciudades de Chechenia, Grozni, Gudermés, Argún, Shalí y Urús Martán, sólo en ésta no se combatía ayer) y posiblemente obliguen a los militares a replantearse su estrategia.

Sólo en las montañas del sur de Chechenia los rusos están teniendo un éxito relativo: han terminado de bloquear Vedenó, la aldea natal del famoso guerrillero Shamil Basáyev, y otras dos localidades de la zona. El general Serguéi Makárov, nuevo comandante del Frente Este, dijo que habían comenzado las negociaciones con representantes del consejo de ancianos local, pero que no entrarán todavía en Vedenó porque aún quedan guerrilleros.

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En cualquier caso, la táctica de expulsar a los rebeldes, realizar después la limpieza de la localidad para comprobar que no quedan guerrilleros, y de nombrar un jefe de Administración que debe colaborar con los militares, no está dando resultado. Como se ha visto en los últimos días, el control de los rusos al sur del Térek es sólo aparente: los independentistas se mueven sin problemas por la zona que Moscú califica de "liberada" y, en el momento menos esperado, lanzan ataques relámpagos, recuperan la localidad para después de un día o dos retirarse y atacar en otra parte. Esta táctica cumple, como mínimo, dos funciones: desmoralizar a los soldados y mostrar a la población local que los militares no controlan la situación.

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