EL CASO ATLÉTICO

Gil vendió al Atlético, por 1.100 millones, un juvenil que cobraba 60.000 pesetas

Maximiliano de Oliveira Teixeira, un juvenil brasileño que Jesús Gil cedió en enero de 1998 al Atlético por 1.100 millones para liquidar parte de una deuda personal con el club de 2.740 millones, estuvo a prueba en el verano de 1997 en los dos clubes municipales de Marbella, el San Pedro (Segunda B) y la UDMarbella (regional). Los entonces presidentes de ambos equipos sostienen que Gil lo vio en un partido amistoso y "mandó que lo lleváramos a Madrid al Atlético". En Marbella el jugador cobraba 60.000 pesetas mensuales, pero tras intervenir una empresa holandesa, Gil lo vendió por 1.100 millon...

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Maximiliano de Oliveira Teixeira, un juvenil brasileño que Jesús Gil cedió en enero de 1998 al Atlético por 1.100 millones para liquidar parte de una deuda personal con el club de 2.740 millones, estuvo a prueba en el verano de 1997 en los dos clubes municipales de Marbella, el San Pedro (Segunda B) y la UDMarbella (regional). Los entonces presidentes de ambos equipos sostienen que Gil lo vio en un partido amistoso y "mandó que lo lleváramos a Madrid al Atlético". En Marbella el jugador cobraba 60.000 pesetas mensuales, pero tras intervenir una empresa holandesa, Gil lo vendió por 1.100 millones.

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El intermediario que ofreció en Marbella a Maxi pidió que le pagaran 150.000 pesetas al mes. Finalmente hizo un trato para que cobrara 60.000 pesetas, más manutención y alojamiento. El presidente del Marbella, que entonces estaba en regional preferente y ahora en tercera división, era en 1997 un funcionario municipal, Antonio de Sola, que reconoce que pagaba a los jugadores "con dinero del Ayuntamiento, 60.000 pesetas a los solteros y 100.000 a los casados". Gil corrobora que "los dos clubes son municipales, financiados por el Ayuntamiento".Maxi llegó en el verano de 1997 a Marbella enrolado en un club brasileño que hacía partidos de exhibición, el Botafogo de Piaui, según ha publicado el diario Sur. Antonio de Sola recuerda que el intermediario que ofrecía a éste "y a otros tres juveniles brasileños se llamaba Roberto Gambassi". Carlos Fernández era entonces el concejal de Deportes de la ciudad y presidente del otro club local, el San Pedro, que estaba en Segunda B y ahora en Tercera: "Gambassi me ofreció a Maxi por 150.000 pesetas al mes, que se elevaría si algún club se ofrecía a comprar sus derechos. Firmamos un documento de cesión Botafogo-San Pedro y pedimos el transfer a la federación para que jugara en Segunda B, pero lo negaron porque no era comunitario y sólo podía jugar en Primera o Segunda A. Al final decidimos que jugara con ficha de aficionado en el Marbella e hicimos un documento de cesión San Pedro-Marbella". Fernández y Sola dicen que a final del verano, "se celebró un amistoso San Pedro-Marbella, y el alcalde vio al chaval y pidió que lo mandáramos a Madrid". Sola apunta que él le pagó a Maxi dos o tres mensualidades. Fernández añade que estuvo en un hotel en San Pedro y luego en una residencia deportiva muncipal.

Un caso de Pilar Ramírez

En el verano de 1997 faltaban ocho meses para que el alcalde cesara a Fernández acusándolo de malversación. Él atribuye el enfrentamiento con Gil "al interés del alcalde por limpiar la Delegación de Deportes y los dos clubes de fútbol de los documentos que probaban la operación de Maxi y otras". Fernández es hoy concejal del Partido Andalucista y va a solicitar a la Audiencia Nacional que reclame la instrucción del sumario por malversación que recayó en el Juzgado número 3 de Marbella, regido entonces por Pilar Ramírez, y lo una a la causa que instruye el juez García Castellón.

Carlos Fernández sostiene que reclamó en el otoño de 1997 varias veces al alcalde la regularización del contrato y los gastos que había generado el jugador a prueba y Gil no le hizo caso: "Me respondía, todo es lo mismo, el Ayuntamiento, el Atlético y el Marbella".

El hombre encargado de llevar a Maxi a Madrid fue el entrenador de la U. D. Marbella, Juan Manuel Blanco Navarro, que jugó en el Granada y hoy es farmacéutico en Marbella. Tanto Fernández como Sola dicen que "Blanco pagó de su bolsillo el tren y el hotel de Madrid hasta que dejó al chico instalado; después aquí le pagamos sus facturas y el Atlético nunca liquidó con el club". Este diario intentó sin éxito confirmar esta versión con el interesado. En estos meses de verano, ninguno de los testigos de Marbella detectan la presencia de un intermediario holandés. Finalmente la empresa propiedad de Gil, Promociones Futbolísticas, compra los derechos del jugador para vendérselos al Atlético.

Gil declaró ayer a este diario que "los holandeses eran los dueños de los derechos federativos del jugador". Sobre Maxi subraya que se lo presentaron "como un nuevo Ronaldinho y lo valoraban en 5.000 millones". La manera de trabajar con una empresa instrumental la comparó con otros clubes como el Betis y acabó señalando que el Atlético de Madrid le debe "3.600 millones de pesetas". En un comunicado, el alcalde de Marbella sostiene que "el jugador fue traído de Brasil a prueba con una aureola importante, por un representante de aquella nacionalidad. El escaparate que buscaban los brasileños era el Atlético".

Para la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Marbella, Isabel García Marcos, "Gil mercadea con personas, y utiliza el prestigio del Atlético de Madrid como anzuelo de jugadores, a los que luego paga cuatro duros y mantiene con dinero del Ayuntamiento". García Marcos acusó al alcalde de utilizar a los clubes de fútbol de Marbella "como almacenes de seres humanos". Los tres partidos de la oposición en el Ayuntamiento marbellí, PSOE, PP y PA, consideran que Gil ha podido incurrir en un delito de malversación de fondos públicos, por lo que solicitarán a la Fiscalía Anticorrupción que investigue la subvención del jugador brasileño con dinero público. La portavoz municipal del PP Francisca Caracuel, criticó que "Gil confunda su patrimonio con el dinero del Atlético y los fondos públicos".

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