Editorial:

La frontera del Golán

TODO HA comenzado con los mejores auspicios en las conversaciones entre Siria e Israel, aunque el ministro de Exteriores sirio, Faruk al Shara, se negase a estrechar la mano del primer ministro israelí, Ehud Barak, porque nunca se sabe y las negociaciones las carga el diablo. Las conversaciones se reanudarán el 3 de enero en la capital estadounidense y el presidente Clinton, para satisfacción de Damasco, ha anunciado que la próxima ronda se mantendrá sobre la base de las resoluciones de la ONU 242 y 338, que exigen la completa retirada israelí de las tierras árabes ocupadas. Clinton espera y d...

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TODO HA comenzado con los mejores auspicios en las conversaciones entre Siria e Israel, aunque el ministro de Exteriores sirio, Faruk al Shara, se negase a estrechar la mano del primer ministro israelí, Ehud Barak, porque nunca se sabe y las negociaciones las carga el diablo. Las conversaciones se reanudarán el 3 de enero en la capital estadounidense y el presidente Clinton, para satisfacción de Damasco, ha anunciado que la próxima ronda se mantendrá sobre la base de las resoluciones de la ONU 242 y 338, que exigen la completa retirada israelí de las tierras árabes ocupadas. Clinton espera y desea que el histórico acuerdo llegue antes de su fin de reinado, en noviembre próximo.El camino esencial está ya recorrido; data de las conversaciones de 1995, cuando era jefe del Gobierno israelí el también laborista Simón Peres. Jerusalén devolvería, según lo que se sabe de aquel acuerdo, la totalidad de las colinas del Golán, arrebatadas a Siria en 1967, y Damasco correspondería con una paz sin reservas diplomáticas. Pero, en este laberinto de Oriente Próximo, términos tan supuestamente claros como "la totalidad del Golán" se prestan a equívoco. ¿De qué frontera estamos hablando?

En 1923, Francia y el Reino Unido, potencias mandatarias de Siria y Palestina, respectivamente, delimitaron la divisoria entre ambos territorios, otorgando a la segunda la totalidad del lago Tiberíades o mar de Galilea, de forma que la frontera dejara a Siria algunos kilómetros del líquido elemento. Sin embargo, en la primera guerra árabe-israelí, de 1948-1949, el recién creado Estado de Israel amplió el territorio bajo su control en relación con lo que le había asignado la ONU en 1947 y los sirios hicieron otro tanto, extendiendo la raya de 1923 hasta las orillas mismas de aquellas aguas interiores. El asunto del agua, tan importante como el de la evacuación de los colonos israelíes del Golán, podría resolverse con la colaboración de Turquía, reciente candidata a la UE. Una eventual conducción de aguas turcas desde la frontera con Siria hasta la zona podría servir tanto para que Damasco renunciara a la frontera del Tiberíades como Israel a la de 1923.

El encuentro de Washington no puede ser subvalorado. No sólo es el primero de alto nivel en medio siglo de los dos países enemigos, sino que ha abierto definitivamente el camino a una negociación a fondo, a la que sin duda acabará incorporándose la delicada situación en el sur de Líbano. Beirut ya se congratulaba ayer por las expectativas. Quizá la hora del apretón de manos entre Barak y Al Shara no esté tan lejana.

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