Cartas al director

¿El Papa, Clinton...?

Barcelona, jueves 2 de diciembre, 20.00, hora punta. La Ronda del Mig se halla completamente colapsada. No cabe ni una cerilla. De pronto, una comitiva de coches irrumpe en la ronda haciendo ensordecer al personal con el estruendo de las sirenas y las luces. Ni ambulancia ni policía uniformada. En los túneles, el escándalo es insoportable. La gente intenta hacerse a un lado de cualquier manera, subiendo a las aceras, pitando por doquier: la situación degenera rápidamente en caos; detrás mío se produce algún choque de vehículos. La comitiva se abre paso a trompicones. Repaso mentalmente el peri...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Barcelona, jueves 2 de diciembre, 20.00, hora punta. La Ronda del Mig se halla completamente colapsada. No cabe ni una cerilla. De pronto, una comitiva de coches irrumpe en la ronda haciendo ensordecer al personal con el estruendo de las sirenas y las luces. Ni ambulancia ni policía uniformada. En los túneles, el escándalo es insoportable. La gente intenta hacerse a un lado de cualquier manera, subiendo a las aceras, pitando por doquier: la situación degenera rápidamente en caos; detrás mío se produce algún choque de vehículos. La comitiva se abre paso a trompicones. Repaso mentalmente el periódico del día para ver si se espera la visita del algún alto mandatario, forzosamente internacional, para armar tanto alboroto. ¿El Papa? No. ¿Clinton? Tampoco; me acordaría. Me pregunto quién podrá tener la desfachatez de mostrar al ciudadano de manera tan impúdica las prerrogativas del aparato público y una prepotencia que recuerdan los tiempos del mismísimo Generalísimo. Cuando me llega el turno de "tirarme a la piscina" intento entrever al "importante" al que hemos tenido el privilegio de ceder el paso de manera tan atropellada. ¡Cómo no! Piqué.- . .

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En