Cartas al director

Por la unidad

Dentro de poco, de nuevo se convocarán elecciones, y, si queremos seguir construyendo una sociedad más libre, más justa y más solidaria, debemos unir nuestras fuerzas, porque sólo así ganaremos a la derecha. Este joven Estado de libertades que hoy gozamos ha costado siglos, mucha cárcel y demasiada sangre; la derecha nunca jamás nos ha regalado nada. Ha sido la fuerza de los mismos principios revolucionarios por los que lucharon nuestros antepasados desde la noche de los tiempos: los mismos valores por los cuales a los cristianos los echaban a los leones; las mismas verdades por las que a Gali...

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Dentro de poco, de nuevo se convocarán elecciones, y, si queremos seguir construyendo una sociedad más libre, más justa y más solidaria, debemos unir nuestras fuerzas, porque sólo así ganaremos a la derecha. Este joven Estado de libertades que hoy gozamos ha costado siglos, mucha cárcel y demasiada sangre; la derecha nunca jamás nos ha regalado nada. Ha sido la fuerza de los mismos principios revolucionarios por los que lucharon nuestros antepasados desde la noche de los tiempos: los mismos valores por los cuales a los cristianos los echaban a los leones; las mismas verdades por las que a Galileo Galilei lo persiguieron y acosaron hasta el final de sus días; las mismas ideas por las que a Martin Luther King le pegaron un tiro; las mismas razones por las que Miguel Hernández Gilabert murió como un perro en una sucia cárcel de Alicante.No, la izquierda no tiene que cambiar; quienes tenemos que cambiar somos todos y cada uno de nosotros: los hombres y mujeres que día a día aspiramos a ser de izquierdas. Afortunadamente, no hay ningún programa, ninguna fórmula mágica que nos indique la estrategia ni el camino correcto. Ahora toca que todos los demócratas, todos los progresistas y todas las izquierdas -nuestra mayor ri-queza- tengamos una sola voz para lo primordial: derrotar en las urnas a la derecha.Con muchísimo respeto a la historia y sin menosprecio alguno a las siglas, a mí me da igual que se llame PSOE que IU, que SOC, que SAC; pero, hoy por hoy -muy humildemente, mas con toda la valentía y dignidad que me enseñaron los jornaleros andaluces-, opino que lo único y auténticamente revolucionario es luchar y votar por la unidad de la izquierda. La unidad de la izquierda está en nuestras manos, en nuestros votos; somos mayoría y lo vamos a conseguir; ya no es ninguna utopía, es tan sólo una verdad prematura.

Para renovar y unir la izquierda tenemos que ser de izquierdas: humildes y valientes, porque no somos nada; que cada uno deje el equipaje que tenga que dejar, que cada uno olvide cuanto tenga que olvidar, y, si aun así no puede, que haga de tripas corazón, porque -¡cuidado!- el futuro de todos nuestros hijos es más importante que todas nuestras diferencias humanas y políticas.

Puesto que el PSOE tiene y representa la mayoría social de progreso de este país, si acaso no lo es, entre todos lo vamos a convertir en el único partido de toda la izquierda.- . .

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