Último vestigio del palacio del Buen Retiro, erigido en el XVII

El Casón del Buen Retiro se encuentra situado entre la avenida de Alfonso XII, la plaza de la Regente María Cristina y los dos ramales de la calle de Felipe IV. Se alza sobre uno de los escasos vestigios del palacio del Buen Retiro, erigido en el siglo XVII bajo el reinado del penúltimo monarca de la dinastía de Austria. Conserva en su techumbre un espléndido entramado de madera de aquel siglo. Asimismo, guarda en el subsuelo algunas galerías naturales, excavadas entonces. Ocupaba el antiguo salón de baile del palacio, construido con extrema celeridad, con materiales no siempre duraderos, por ...

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El Casón del Buen Retiro se encuentra situado entre la avenida de Alfonso XII, la plaza de la Regente María Cristina y los dos ramales de la calle de Felipe IV. Se alza sobre uno de los escasos vestigios del palacio del Buen Retiro, erigido en el siglo XVII bajo el reinado del penúltimo monarca de la dinastía de Austria. Conserva en su techumbre un espléndido entramado de madera de aquel siglo. Asimismo, guarda en el subsuelo algunas galerías naturales, excavadas entonces. Ocupaba el antiguo salón de baile del palacio, construido con extrema celeridad, con materiales no siempre duraderos, por el apremio especial puesto en las obras de aquel conjunto palaciego por el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV.Tras sufrir una etapa de abandono y de destrucción bajo la ocupación militar francesa, a principios del pasado siglo, mediada esa centuria fue reconstruido por Cerdera, Carbonell y Velázquez Bosco, arquitecto que dispuso la edificación lateral de dos contrafuertes y creó su espléndida fachada occidental, columnada y con dos escaleras a los lados. A finales del XIX quedó instalado en su interior el Museo de Reproducciones Artísticas, que albergó, entre otras obras escultóricas, una réplica del friso del Partenón. En 1961, este museo fue desplazado a la Ciudad Universitaria, y en el interior del Casón quedó instalada años después la colección de pintura del siglo XIX que anteriormente se encontraba en la Biblioteca Nacional. Aquella decisión provocó todos los movimientos que, ininterrumpidamente desde entonces, han concernido a la pintura del XIX del Museo del Prado y han desatado sus impulsos de ampliación.

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