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"Sant Sever, faves a fer"

Fue norma de nuestros agricultores, devotamente seguida, sembrar en cuarto creciente las plantas que desarrollaban sus frutos sobre la superficie. Para la Luna menguante reservaban las que sus frutos nacían bajo el terreno; la savia tiraría más hacia la raíz; tiempo de absorber e inhalar. Con la creciente la savia subiría; el crecimiento, el exhalar por encima del suelo imperaría.Bueno, pues, se cumplía la creencia en todas las siembras, menos en una. Eran faves comptades que para traure faves d"olla había que enterrarlas en zona húmeda (faves al moll, faves al coll) y en el cuarto menguante e...

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Fue norma de nuestros agricultores, devotamente seguida, sembrar en cuarto creciente las plantas que desarrollaban sus frutos sobre la superficie. Para la Luna menguante reservaban las que sus frutos nacían bajo el terreno; la savia tiraría más hacia la raíz; tiempo de absorber e inhalar. Con la creciente la savia subiría; el crecimiento, el exhalar por encima del suelo imperaría.Bueno, pues, se cumplía la creencia en todas las siembras, menos en una. Eran faves comptades que para traure faves d"olla había que enterrarlas en zona húmeda (faves al moll, faves al coll) y en el cuarto menguante en que estamos para que la planta tuviera fuerza (¡ojo! Esta luna habera se acaba el lunes día 8; no, por si alguien quiere clavar en algún hoyo alguna fava, aunque sea la que desencadenó el drama de la Favara de Bernat y Baldoví: És el cas que ella roncava / siga dormint o desperta,/ quan me s"ha posat molt erta / la cabota de la fava). De buen agüero era esparcirlas justamente hoy, fiesta del protector de tejedores, sanador de cabezas y piernas doloridas y procurador de vicia faba: Per sant Sever, faves a fer. Hoy, que los valencianos islámicos (de "islam", "sumisión") celebran la Ascensión de su profeta desde la gran piedra sagrada de la mezquita jerosolmitana de Omar.

Sí, una legumbre muy particular. Ha acompañado a la Humanidad en su vivir: una de las primeras plantas recolectadas en grandes cantidades, detectada ya en la Troya del Bronce. Por las recetas monacales, se sabe que se preparaba con abluciones y rezos el alimento cotidiano de monjes y de laicos; ocuparon el preeminente lugar que hogaño ocupan las patatas. Por ello, simbolizaron las almas de los muertos y la fecundidad viril: "yo las desdeño", afirmaba Leonardo, "porque he descubierto que estimulan la lascivia".

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