Tribuna:

La concentración financiera

La fusión entre el BBV y Argentaria y la compra por parte de La Caixa del 2,6% del Deutsche Bank no son más que la continuación de un proceso acelerado de concentración financiera. Pronto no figurarán más que como las penúltimas operaciones del mismo, por muy espectaculares que aparezcan hoy. Este modelo concentracionista no es exclusivo de las entidades bancarias, sino que afecta a casi todos los capítulos productivos: telecomunicaciones, aseguradoras, distribución, electricidad, petróleo, etcétera.El nacimiento del BBVA ha oscurecido la adquisición hecha por La Caixa, que demuestra en la prá...

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La fusión entre el BBV y Argentaria y la compra por parte de La Caixa del 2,6% del Deutsche Bank no son más que la continuación de un proceso acelerado de concentración financiera. Pronto no figurarán más que como las penúltimas operaciones del mismo, por muy espectaculares que aparezcan hoy. Este modelo concentracionista no es exclusivo de las entidades bancarias, sino que afecta a casi todos los capítulos productivos: telecomunicaciones, aseguradoras, distribución, electricidad, petróleo, etcétera.El nacimiento del BBVA ha oscurecido la adquisición hecha por La Caixa, que demuestra en la práctica el interés de las entidades españolas por tener una expansión en el mundo, fundamentalmente en uno de sus glacis naturales, Europa (el otro es América Latina). Pero la operación entre el macrobanco vasco y la antigua banca pública tiene algunas derivadas muy interesantes.

La primera ha sido la transparencia de la que han hecho gala sus responsables, Emilio Ybarra y Francisco González; frente a la tradicional opacidad de su principal competidor -el BSCH-, BBV y Argentaria han multiplicado sus apariciones públicas hasta la exhaustividad. Han dado una muestra más de ese mensaje de calidez (dentro de lo cálido que pueda ser un banco) que proviene sobre todo del Banco de Bilbao de José Ángel Sánchez Asiaín (el primer intelectual español de las fusiones bancarias) y que lo distinguió de su competencia directa.

La segunda característica es de matriz española: la cuasi ausencia de fusiones hostiles. Excepto la primera de todas, la del Bilbao sobre Banesto (que dio el poder de esta última entidad a Mario Conde frente a las familias tradicionales), las OPA bancarias se han cerrado con el mutuo acuerdo de sus socios. El contraste, en este caso, se da con respecto a lo que sucede en los países de nuestro entorno, donde la concentración financiera deviene en una lucha sin cuartel entre las partes en juego. El paradigma de batalla cruenta ha sido la frustrada fusión a tres bandas en Francia entre la BNP, la Société Générale y Paribas. Una alianza amistosa aumenta las posibilidades de una unión sin vencedores y vencidos, lo que mejora las posibilidades de que los objetivos de la operación (disminución de los costes, aumento de la cuota de mercado, crecimiento de los beneficios) se alcancen antes en el tiempo. Los responsables del BBV tienen una buena experiencia en este campo, ya que hubieron de lidiar con los conflictos, a veces fratricidas, entre los cuadros que provenían del Bilbao y los del Vizcaya de Pedro Toledo.

La historia de las fusiones financieras de los últimos meses es impresionante. Bastaría una descripción análoga a la que hace Bret Easton Ellis sobre las marcas comerciales, en su archifamosa American psycho, para conocer lo que está pasando: contactos entre Dai-Ichi Kangyo, Fuji Bank e IBJ para dar lugar a la primera entidad bancaria del mundo; fusión de Asahu y Tokai, cuya resultante sería el octavo banco del planeta; negociaciones, al parecer frustradas, entre el Deutsche Bank y el Dresdner Bank; OPA hostil del Bank of Scotland sobre NatWest; sin olvidar la refriega que ha habido en Italia para lograr el control de las aseguradoras, en la que, indirectamente (a través de sus participaciones accionariales), han tenido presencia el BBV y el BSCH.

¿Ha acabado el proceso de fusiones financieras en España? Aunque el otro banco en hipotética disputa (el antiguo séptimo banco del grupo de los siete grandes), el Popular, ha manifestado su interés por seguir soltero (una soltería muy sui géneris, pues en su seno hay gran parte de capital extranjero, sobre todo de la aseguradora Allianz), quedan muchos bancos medianos y pequeños, y sobre todo las cajas de ahorro, cuyo tamaño se empequeñece a la luz de las inversiones tecnológicas a las que han de hacer frente para competir. Hace algún tiempo se especuló con la imposible fusión (por motivos políticos) de las dos grandes cajas, La Caixa y Cajamadrid. Ahora, la prioridad de los grandes se sitúa en el mercado europeo, sobre todo cerca de Italia y de Francia. Pronto habrá noticias.

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