Reportaje:

Truchas con certificado

Las truchas criadas por Navarra Food SA no tienen estrés. Un moderno sistema informatizado de control y tres mecanismos autómatas encargados de mezclar los piensos con el agua fresca del río se ocupan de impulsar a través de un complejo sistema de tuberías el alimento, hasta distribuirlo por aspersión a cada uno de los estanques de mil metros cuadrados donde los peces van engordando sin tener que luchar para comer. Gracias a este avanzado sistema de alimentación y a un completo procedimiento de control de calidad, Navarra Food SA ha sido la primera y única empresa de España del ramo de la acu...

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Las truchas criadas por Navarra Food SA no tienen estrés. Un moderno sistema informatizado de control y tres mecanismos autómatas encargados de mezclar los piensos con el agua fresca del río se ocupan de impulsar a través de un complejo sistema de tuberías el alimento, hasta distribuirlo por aspersión a cada uno de los estanques de mil metros cuadrados donde los peces van engordando sin tener que luchar para comer. Gracias a este avanzado sistema de alimentación y a un completo procedimiento de control de calidad, Navarra Food SA ha sido la primera y única empresa de España del ramo de la acuicultura en obtener la certificación de calidad ISO 9002 para la mayor de sus cuatro piscifactorías productivas. Ésta se encuentra ubicada en la localidad de Yesa y de ella salen al mercado anualmente diez millones de ejemplares de trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss) de un peso que se sitúa entre los doscientos y los cuatrocientos gramos. Para remontarse a los orígenes de una empresa cuyo capital es alemán en un 59,5%, danés en un 29,5% y español en un 11%, hay que volver al año 1958. En ese momento el abogado y secretario del Ayuntamiento de Pamplona Fernando Ozcoidi construye la primera piscifactoría de España para la producción industrial de truchas. Esta instalación, situada en la localidad navarra de Riezu, próxima a Estella, es hoy en día una de las cuatro que forman Navarra Food SA, junto a la de Yesa, y las de Arrarás, construida en 1973 y Zudaire en 1965. Las primeras truchas producidas en Riezu se consumieron nada menos que en la boda de Carmen Sevilla. Poco después, en 1961, el Gobierno español permitió la venta de las truchas producidas en piscifactorías fuera de la temporada de pesca, aunque, curiosidades para la historia, ¡cada trucha tenía que ser marcada para su identificación! Con el paso de los años se consolidó la producción de cada empresa por separado, hasta que en 1993 una nueva dirección fusionó las piscifactorías en un sólo negocio, diseñó una estrategia conjunta, aumentó la producción y entró de lleno en el mercado de exportación de trucha ultracongelada en fresco. Desde ese momento las ventas no han dejado de crecer. En 1996 Navarra Food SA adquirió la actividad y en 1998, apenas tres años después, el 95% de las 2.300 toneladas de trucha congelada que produce se destinan a la exportación. Las grandes superficies, los comercios y miles de restaurantes europeos degustan las truchas criadas en Navarra y comercializadas precisamente con esa denominación de origen, "Truchas de Navarra-Navarra Trout". Los alemanes, con un 70% de esas exportaciones, son los mejores clientes de este pescado, seguidos por los franceses (20%), los suizos (10%), los mercados de Holanda, Bélgica y Luxemburgo y también Dinamarca. Las saludables propiedades de la trucha están comenzando también a ser apreciadas en China, país que se integra en la cartera de clientes de las piscifactorías navarras. El restante 5% es vendido en fresco en el mercado mayorista de Mercairuña, ubicado en Pamplona. La facturación del ejercicio de 1998, coincidió con el 40 aniversario del nacimiento de la empresa y alcanzó los 800 millones de pesetas. Sin embargo, las previsiones para el final del presente ejercicio indican que Navarra Food SA facturará unos 950 millones de pesetas. El estricto cumplimiento de las normativas de calidad comunitarias ha sido una de las claves de su penetración en ese mercado. Al margen del carácter internacional del accionariado de la empresa y de su vocación exportadora, el hecho es que Navarra Food decidió centrar en el resto de Europa sus ventas al constatar que el mercado español estaba bien abastecido, incluso algo saturado, y que ello repercutía en unos precios muy bajos. Así que se adoptó la estrategia de aportar valor añadido al producto a través de modernas cadenas de transformación y congelado, en las que fueron pioneros, y en las que trabajan cuarenta de las setenta personas que componen la plantilla. El resto se dividen entre el personal que atiende la producción piscícola hasta el momento de su congelación, veinte personas, y los técnicos y especialistas que cuidan de la calidad de los procesos en los diferentes laboratorios y sistemas de control.

Comida por aspersión

Hace apenas un año la informática, tras una inversión de 220 millones de pesetas, entró a formar parte de la vida de las truchas. Gracias al complejo sistema informatizado que se instaló en los 125.000 metros cuadrados de estanques naturales de tierra que posee la piscifactoría de Yesa, los piensos de alimentación de las truchas se conducen hasta las pilas donde éstas se crían a través de un sistema de tuberías. En ellas la comida se mezcla con el agua del río y es lanzada a través de múltiples chorros aspersores. "Los animales disponen así de muchos puntos de alimentación y no tienen que luchar en exceso para comer. De este modo todas las truchas, no sólo las más fuertes, acceden a la fuente alimentaria y el sistema informático permite regular los periodos de alimentación y la cantidad de comida" , explica Ángel Zabala, director de producción. En verano se efectúan pequeños lanzamientos, en sucesivos intervalos de tiempo. Ello evita que las truchas se atiborren de una sola vez y después consuman un exceso de oxígeno del agua para hacer su digestión, cuando además los caudales son más bajos. Si se produce un déficit de oxígeno, el complejo informático ordena inyectar oxígeno líquido al agua a través de un sistema específico. En invierno, el sistema adecúa la cantidad y tiempos de alimentación a las temperaturas del agua y otras condiciones de crianza, permitiendo una mayor eficiencia en la gestión. "Hemos logrado reducir así en un 10% el consumo de pienso, que supone el 40% del costo total de puesta en el mercado de cada trucha", señalan los técnicos. La ubicación de las piscifactorías no responde nunca a una elección casual.

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