Entrevista:

"Los políticos no se atreven a privatizar el sistema de pensiones"

Gary Becker, premio Nobel de Economía en el año 1992, se define como "un radical" en la defensa de la privatización del sistema de pensiones y la desregulación de los sectores industriales y del mercado de trabajo. Adalid del liberalismo que pregona la escuela de Chicago, Becker dice que "la economía es el arte de sacarle el mayor partido a la vida", pero reconoce que "los pobres se llevan siempre la peor parte".Ha venido a España para debatir sobre las dimensiones económicas de la familia, invitado por la Fundación Argentaria, y ha lanzado un reto al Gobierno. Desde su punto de vista es posib...

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Gary Becker, premio Nobel de Economía en el año 1992, se define como "un radical" en la defensa de la privatización del sistema de pensiones y la desregulación de los sectores industriales y del mercado de trabajo. Adalid del liberalismo que pregona la escuela de Chicago, Becker dice que "la economía es el arte de sacarle el mayor partido a la vida", pero reconoce que "los pobres se llevan siempre la peor parte".Ha venido a España para debatir sobre las dimensiones económicas de la familia, invitado por la Fundación Argentaria, y ha lanzado un reto al Gobierno. Desde su punto de vista es posible crecer a buen ritmo y crear empleo sin que los precios se desboquen. "Basta con echar un vistazo a lo que está ocurriendo en Estados Unidos para comprobarlo; en España lo que hace falta son reformas estruturales", afirma.

Pregunta. Hace un par de años, antes del alumbramiento del euro, usted afirmó que la unión monetaria europea era un enorme error. ¿Mantiene esa opinión?

Respuesta. Mi opinión no ha cambiado. No sé si es un error o un enorme error, pero es un error. El tiempo dirá si tengo razón o no. Todavía es pronto para valorar la marcha de la moneda única, pero las consecuencias de este sistema se van a notar. Creo que es un error que se haya dado a Bruselas y al Banco Central Europeo todo el poder en Europa, cuando todo el mundo se mueve hacia la descentralización y las naciones explotan, como ha ocurrido con la República Checa y Eslovaquia o en Yugoslavia. No se necesita una gran concentración de poder para que las economías marchen bien.

P. ¿Qué problemas se pueden encontrar los Once en el futuro?

R. Se dan condiciones asimétricas entre unos países y otros y parece que nos hemos olvidado de ello. Los problemas tienen también distintas soluciones y los Gobiernos necesitan poder aplicar distintas políticas económicas de forma independiente. Por ejemplo, las referidas a tipos de interés para superar situaciones de crisis. No se trata de tener o no una moneda única para hacer frente a situaciones de crisis, fomentar el crecimiento o el empleo, si no de descentralizar y flexibilidar los mercados. Va a ser difícil para Europa mantener la moneda única.

P. ¿Quiere decir que la economía de Europa entrará en crisis?

R. Soy pesimista sobre la moneda única, pero optimista respecto a la marcha de las economías europeas, siempre y cuando Asia se recupere y Estados Unidos siga creciendo.

P. ¿No cree que la moneda común es una ventaja competitiva frente a Japón y Estados Unidos?

R. No. Y no quiero que se interprete que estoy contra el euro porque soy estadounidense. Con la moneda única, Europa no es más competitiva frente a EEUU. Si sus economías son débiles, seguirán siéndolo y si se hacen más fuertes, no será por la moneda única. La moneda común es una cuestión de segundo orden. Para competir lo que hace falta es abrir los mercados a la competencia, privatizar las empresas públicas y permitir el libre comercio.

P. ¿Qué aporta la jornada de 35 horas semanales al crecimiento y la creación de empleo?

R. Los franceses han cometido un error. Creo que no es acertado hacer este tipo de propuestas y los estudios demuestran que reducir el número de horas de trabajo no sirve para crear más empleos.

P. ¿Qué propone entonces para fomentar el empleo?

R. La tasa de paro en Europa es tan elevada porque el mercado de trabajo no es nada flexible, existen muchas rigideces. España ha avanzado en ese aspecto, pero todavía no hay flexibilidad suficiente. No hay problemas para que una sociedad moderna cree empleo, basta con fijarse en Estados Unidos, pero hacen falta incentivos para ello. Europa irá mucho mejor si sigue adelante con la liberalización del mercado laboral y de los sectores industriales.

P. En Europa se ha abierto otro intenso debate sobre las jubilaciones anticipadas para trabajadores que no llegan a 50 años, en algunos casos. ¿No cree que ésa es una forma de infrautilizar el capital humano, que usted siempre ha defendido?

R. Es, sobre todo, un coste enorme para los sistemas seguridad social tal y como están concebidos en Europa. Digo esto porque si los sistemas de seguridad social garantizan a los prejubilados que van a cobrar una subsidio, los trabajadores que se encuentren ante esa posibilidad no van a ver inconveniente en adelantar su retiro. Sería distinto si, como ocurre en Estados Unidos, pudieran retirarse de una empresa para incorporarse a otra si lo desean, pero para eso es necesario que cada uno trabaje para su jubilación.

P. ¿Es partidario de retrasar la edad de jubilación para reducir los gastos sociales?

R. No es malo que la gente viva más. Un país está mejor si sus ciudadanos viven más y mejor, pero eso plantea nuevas necesidades de políticas públicas sobre pensiones y sanidad. Hay empresas que animan a su personal a retirarse antes porque el sistema público asume parte del coste. Con un sistema privado, la edad de jubilación no tendría ningún efecto.

P. El debate sobre el futuro de las pensiones y el reparto de competencias entre los gobiernos central y autonómicos en España se ha atizado en los últimos meses. ¿Cuál es su opinión al respecto?

R. Mi planteamiento es muy radical en lo que se refiere a las pensiones públicas porque soy partidario de un sistema individual privado, en el que cada ciudadano cree un fondo con sus ahorros para costearse la jubilación. El problema del actual sistema de pensiones en España y en Europa es que pagan los que trabajan para que se beneficien los más ancianos. En Asia, América Latina y Reino Unido esa situación era aún más dramática y han decidir revisar sus sistemas. Si en España se ha afrontado la privatización de empresas públicas como Telefónica y otras, ¿por qué no hacerlo con el sistema de pensiones? Los políticos no se atreven a plantearlo, pero el debate sobre las pensiones se reduce a la privatización de los sistemas públicos. La transición de un sistema contributivo [como el actual en España] a uno privado es un gran reto, pero posible. Ya hay quince países que han privatizado las pensiones y otros están en vías de hacerlo. Soy partidario de la descentralización de todas las funciones de la Administración, aunque soy consciente de que algunas áreas como la defensa se tienen que gestionar desde un órgano central. P. Las tecnologías de la información, el comercio electrónico y las telecomunicaciones han creado una nueva economía. ¿Qué ventajas ofrece la nueva revolución al capital humano?

R. No hay duda de que los ordenadores e Internet están teniendo un fuerte impacto sobre la economía, permiten la educación a distancia, el comercio electrónico, el correo por Internet, obtener información de y desde cualquier lugar del mundo y eso obliga a los Gobiernos a modificar las reglas de funcionamiento de la economía. Se trata de sacar provecho de esas ventajas fomentando un rápido aprendizaje de los nuevos mecanismos.

P. ¿Cree acertado que el Gobierno proporcione ayudas para extender el uso de Internet y los ordenadores a las familias?

R. Dejemos al Estado al margen de todo esto. Lo que debe hacer la Administración es fomentar la creación de empresas en esa nueva economía. En Europa lo que ocurre es que existe una exceso de reglas a la hora de crear empresas, no existe un mercado de capital riesgo suficientemente desarrollado como EEUU. En Estados Unidos pueden hacer negocios en un mes, crear una empresa y buscar fuentes de financiación rápida en la Bolsa o con otros mecanismos. En Europa, no es posible.

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