Balance electoralista del presidente al fin de la legislatura

El presidente del Gobierno hizo ayer un notable ejercicio de autocomplacencia electoralista, propio de un presidente de Gobierno que ha entrado en la recta final de su legislatura, con unos comicios autonómicos (en Cataluña) de antesala y a muy pocos meses de unas elecciones legislativas. Y evitó responder con claridad a la pregunta de si respalda la amenaza de algún dirigente de su partido de regresar a la utilización de los escándalos como arma electoral contra el PSOE.Rafael Hernando, portavoz oficial del PP, había amenazado el pasado viernes con reabrir el caso Filesa a pocos meses de las ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El presidente del Gobierno hizo ayer un notable ejercicio de autocomplacencia electoralista, propio de un presidente de Gobierno que ha entrado en la recta final de su legislatura, con unos comicios autonómicos (en Cataluña) de antesala y a muy pocos meses de unas elecciones legislativas. Y evitó responder con claridad a la pregunta de si respalda la amenaza de algún dirigente de su partido de regresar a la utilización de los escándalos como arma electoral contra el PSOE.Rafael Hernando, portavoz oficial del PP, había amenazado el pasado viernes con reabrir el caso Filesa a pocos meses de las elecciones legislativas. Aznar fue ayer un tanto ambiguo. De hecho, se limitó a responder, en alusión a su Gobierno: "Nadie nos va a distraer en eso". Negó incluso que el Ejecutivo esté ya en campaña electoral: "La campaña será cuando toque, y ahora no toca. Ahora toca seguir gobernando, seguir confiando en la sociedad y seguir apostando por la prosperidad del país". Pese a esta negativa, Aznar hizo un gran hincapié en que "no deben ponerse en riesgo" los logros de su Gobierno, en alusión a una hipotética victoria socialista. Y presentó, a continuación, una relación de éxitos de su Gabinete, típica de un balance preelectoral, en la que mezcló méritos de su propio Ejecutivo con otros logros colectivos.

15 meses sin muertos

"Acabamos de ver cómo hemos podido conmemorar o acordarnos de que llevamos muchos meses sin muertos y secuestros; acabamos de hacer un reconocimiento moral y material a las víctimas del terrorismo; acabamos de poner en marcha medidas de carácter social verdaderamente importantes; seguimos en un capítulo de prosperidad económica y modernización del país para su preparación para el siglo XXI verdaderamente trascendental. Nada de eso debe ponerse en riesgo", dijo de un tirón.

También aprovechó esta relación de objetivos recientemente cubiertos para justificar su decisión de agotar la legislatura y no adelantar los comicios al otoño, pese a la sugerencia de algunos de sus ministros. "De todas las urgencias electorales que pueda haber en España, el que ha demostrado que no tiene ninguna soy yo. Éste es un hecho bastante indiscutible".

Su autocomplacencia la llevó al terreno de las encuestas. Cuando se le preguntó a qué atribuía la reducción de distancias entre el PSOE y el PP que señala el barómetro de otoño de Demoscopia publicado ayer por este diario, respondió que el referente anterior no hay que buscarlo en el barómetro de primavera, sino en las elecciones del 3 de marzo de 1996. "Si en 1996 gané con algo más de un punto de diferencia y las encuestas dan ahora cuatro puntos de ventaja, a mí me parece que eso es aumentar", respondió entre risas.

Y aprovechó esta respuesta para exhibir sus logros al señalar que los sondeos recién publicados son "un reflejo razonable y lógico del clima positivo que hay en este país en este momento".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En