Tribuna:

Perversiones y perversidades

ROSA SOLBES Dice Lázaro Carreter, en El dardo en la palabra, que "una lengua natural es el archivo adonde han ido a parar las experiencias, saberes y creencias de una comunidad". Pero se trata de un registro no inerte, sino en permanente actividad, y con diversos agentes ejerciendo distintas tensiones. Entre los grupos que tienen un influjo más enérgico destaca Lázaro el de los periodistas, aunque convendría matizar que las más de las veces la sorprendente prosa reproducida por los medios no es en absoluto de cosecha propia. Pero tampoco sirve de descargo. A menudo, y dejándonos llevar por un...

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ROSA SOLBES Dice Lázaro Carreter, en El dardo en la palabra, que "una lengua natural es el archivo adonde han ido a parar las experiencias, saberes y creencias de una comunidad". Pero se trata de un registro no inerte, sino en permanente actividad, y con diversos agentes ejerciendo distintas tensiones. Entre los grupos que tienen un influjo más enérgico destaca Lázaro el de los periodistas, aunque convendría matizar que las más de las veces la sorprendente prosa reproducida por los medios no es en absoluto de cosecha propia. Pero tampoco sirve de descargo. A menudo, y dejándonos llevar por un mimetismo acrítico que en poco nos honra, nos limitamos a dar carta de naturaleza pública a expresiones procedentes de la retórica política, que como es sabido no tiene precisamente a la verdad como máxima inspiradora. En los últimos días hemos tenido ejemplos de lo que yo denominaría perversiones del lenguaje, oratoria que interesadamente nos cuelan para que la transmitamos, y contra la que convendría estar alertados. Porque sus expresiones no responden sólo al inevitable y deseable arqueo y remoción del idioma, sino más bien a una descarada manipulación de la realidad, deformación que se pretende quede grabada para siempre en el disco duro del pensamiento colectivo. Y así se hace la Historia. Sin ánimo de catálogo exhaustivo, he aquí algunas equivalencias y definiciones a tener en cuenta: Progresistas (después, Independientes): Mujeres de El Palmar, seguramente dependientes de los pescadores, que hacen militante y expresa renuncia a ejercer sus derechos constitucionales, frente a otras conservadoras que pleitean por ellos. Liberalismo aperturista: Actitud que justifica la censura de exposiciones y libros de texto, las listas negras de profesionales y funcionarios por motivos ideológicos... Tarea ímproba de María Consuelo Reyna (sic, en el comunicado de la empresa, sobre su despido de Las Provincias): Trabajo excesivo o continuado. También, según el diccionario: falto de probidad, perverso (a elegir). Pensar en verde: Consumir cierta marca de cerveza. Pasado franquista: Según Eduardo Zaplana, lo que todos tienen, excepto la gente del PP. Ahorrar: Machacar la Visa, pero en rebajas. No tener complejos: Subvencionar, con muy poca vergüenza, a las escuelas más pandorgas. Ser solidario: Comprar en cierto centro comercial. Popular: Glamouroso, cardado, enjoyado, conjuntado con tapicería del despacho y coche oficial siempre dentro de una apropiada paleta de colores. Socialista del País Valencià: Dicese del dirigente familiar que hace oídos sordos al clamor social de izquierdas, cargando de razón a la derecha cuando mantiene que es la única preparada para gobernar. Descendiente directo del hombre de Atapuerca, que según se ha sabido ahora ya practicaba un canibalismo gastronómico, frío y sistemático (vaya, sin darle ninguna importancia, y como la cosa más natural del mundo). Gestor público: Centrista liberal popular con mando en plaza, que destaca por su fe inquebrantable en la bondad de la gestión privada. Tránsfuga: Maldito traidor/a que merece el fuego eterno, a no ser que te haya aupado a la presidencia y tengas que ponerle un sueldo para toda la vida.

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