Miles de portugueses claman en Madrid contra las matanzas

"A mi primo le cortaron la cabeza y la clavaron en un palo en la carretera", narra uno de los manifestantes.

Durante un minuto de silencio miles de personas dieron la espalda a la Embajada de Indonesia en Madrid al final de la tarde de ayer. Era el mensaje con el que protestaban por el terror con el que las milicias proindonesias han regado Timor Oriental de sangre desde que hace casi dos semanas se conocieron los resultados del referéndum por los que la provincia optaba por la independencia. Y todo un día a lo largo del cual más de 5.000 portugueses tomaron las calles cercanas a la legación indonesia para gritar al mundo su pasividad ante una matanza sin testigos que ya se ha cobrado más de 3.000 vi...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Durante un minuto de silencio miles de personas dieron la espalda a la Embajada de Indonesia en Madrid al final de la tarde de ayer. Era el mensaje con el que protestaban por el terror con el que las milicias proindonesias han regado Timor Oriental de sangre desde que hace casi dos semanas se conocieron los resultados del referéndum por los que la provincia optaba por la independencia. Y todo un día a lo largo del cual más de 5.000 portugueses tomaron las calles cercanas a la legación indonesia para gritar al mundo su pasividad ante una matanza sin testigos que ya se ha cobrado más de 3.000 vidas según los primeros cálculos. "Me piden serenidad pero no puedo estar sereno. ¿Cómo se sentiría usted si hubiese visto los cadáveres de su madre y de su hermana en la televisión asesinados a machetazos? Ahí dentro están los asesinos y yo voy a entrar a despedazarles como los paramilitares hicieron con mi familia". Quien así hablaba a punto estuvo de ser detenido ayer por los antidisturbios españoles cuando intentó franquear, enloquecido de rabia, el cordón de seguridad que contenía a los manifestantes más exaltados de la entrada a la Embajada indonesia. No consiguió su objetivo, pero minutos después lograba destrozar el cristal de una de las ventanas de la sede diplomática de una pedrada.

"Tienen que disculparle. Todos ellos han perdido la razón, pero no les faltan motivos", se disculpaba Fátima por un enardecido grupo de jóvenes timorenses que portaban boinas y brazaletes con la inscripción de Fretilín (Frente Revolucionario para un Timor Oriental Independiente). "Los portugueses somos pacíficos y hemos venido a España para reclamar de forma pacífica una intervención de la comunidad internacional que frene los crímines y las violaciones de los derechos humanos en Timor Oriental", añadía esta joven llegada desde el Algarve y que fue incapaz de contener las lágrimas. "Discúlpeme, pero ante lo que está ocurriendo todos hablamos más con el corazón que con la cabeza. Son muchos los muertos", finalizaba en referencia al asesinato de más de 200.000 timorenses en los últimos 25 años y cuyo culpable más directo es el Gobierno de Yakarta.

Pero siempre hay alguien con una historia más cruel que contar. Al lado de quien había perdido madre y hermana, un joven que lo único que quiso desvelar fue sus 25 años narraba con calma: "A mi primo le cortaron la cabeza los milicianos indonesios" para después exhibirla "clavada en un palo en una carretera" ante los ojos de todos y cada uno de los timorenses partidarios de la independencia que todavía no hayan captado el mensaje de los asesinos integracionistas.

El de la ventana rota fue el único y breve incidente a los largo de las más de tres horas que duró la concentración. Hasta Madrid había arrastrado Paula, viuda de 65 años, desde Oporto a su hermana y una amiga de no menos edad. Roberto, lisboeta de 32, aguantaba sobre sus hombros a un niño de 8 años mientras su mujer escupía al aire alto y claro el grito de "Asesinos" . Domingo, llegado desde Braganza, aseguraba a través de un altavoz que "Timor vencerá". Entre ellos, un hombre con cara satisfecha portaba una pancarta con la cabeza de un cerdo y el lema en inglés Esta es la cara del Ejército de Indonesia.

Todos de diferentes edades y de diferentes lugares de Portugal. En autobús, coche, tren e incluso avión. Todos, los más de 5.000, llegaron durante el día de ayer a la capital de España porque en Madrid se encuentra la Embajada indonesia más cercana a Portugal, ya que en el país vecino no existe porque el Gobierno portugués rompió relaciones con Indonesia tras la invasión de Timor en 1975. Y casi todos vistiendo camisetas blancas en señal de protesta y con la inscripción "Timor Loro Sa"e" (Timor del Sol Naciente, como lo denominó el ya libre líder independentista Xanana Gusmão)

"Pedimos a España que no permanezca callada y que no nos abandone", clamaba Paulo Lima, un pequeño empresario portugués. "¿Dónde está ahora Solana y los aviones de la OTAN?", inquiría entristecido, pero agitando el puño, un anciano que había vivido hasta su madurez en la hoy excolonia portuguesa.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Entre los manifestantes se encontraba el propio embajador de Portugal en España, Antonio Martins da Cruz, quien aseguró participar en la protesta "como ciudadano portugués" y solicitó mantener la presión sobre Indonesia para que "los militares indonesios dejen de matar al pueblo de Timor, como hacen todos los días", informa Efe.

"Ojalá la victoriosa comunidad internacional tras la guerra de Yugoslavia decida ahora hacer efectivo el cacareado derecho de injerencia y actúe en Timor", bramaba irónicamente contra todo el que quisiera escucharle un manifestante español. "Aunque puede ser que cuando Clinton y la ONU se decidan a hacer algo ya no queden más que cadáveres a los que ayudar".

A manos de las milicias proindonesias, el cuarto país más poblado del mundo y el mayor de población musulmana, ha desencadenado un "auténtico genocidio con la complicidad del Ejército y la policía" contra la población de Timor Oriental que con "valentía y coraje se esforzó al máximo para ejercer su derecho de voto, aun a riesgo de perder la vida, expresando sobradamente su deseo de independencia", rezaba ayer frente a la Embajada de Indonesia una pancarta con la fotografía de una mujer que yacía asesinada sobre su propio charco de sangre.

Sobre la firma

Archivado En