Editorial:

Fin de una esclerosis

Mucho se ha criticado, y no sin razón, la confusión en la política, la altanería en el estilo y la indecisión en la gestión de los primeros meses del Gobierno de coalición rojiverde de Gerhard Schröder. El revés del Partido Socialdemócrata (SPD) en las elecciones europeas fue el primer coste serio de aquellas tribulaciones iniciales. Y en los próximos comicios de varios länder y ayuntamientos va a cosechar previsiblemente otra seria bofetada electoral.Sin embargo, pocas semanas antes de cumplirse el primer aniversario de su triunfo en las urnas, y ya definitivamente instalado en la nuev...

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Mucho se ha criticado, y no sin razón, la confusión en la política, la altanería en el estilo y la indecisión en la gestión de los primeros meses del Gobierno de coalición rojiverde de Gerhard Schröder. El revés del Partido Socialdemócrata (SPD) en las elecciones europeas fue el primer coste serio de aquellas tribulaciones iniciales. Y en los próximos comicios de varios länder y ayuntamientos va a cosechar previsiblemente otra seria bofetada electoral.Sin embargo, pocas semanas antes de cumplirse el primer aniversario de su triunfo en las urnas, y ya definitivamente instalado en la nueva capital en Berlín, el canciller puede mostrar un primer éxito serio con el paquete de medidas de ahorro presupuestario y reformas fiscales. No le reportará beneficios electorales a corto plazo al SPD, pero es el primer paso para que Alemania salga de una esclerosis fiscal y un desequilibrio presupuestario que son el origen de muchos de los problemas del gigante económico europeo y, por tanto, también de buena parte de toda la Unión Europea.

La lucha contra el endeudamiento se plasma en un amplio plan de ajuste, que estará concluido previsiblemente para finales del otoño, bajo la dirección del ministro de Finanzas, Hans Eichel, sucesor de un defenestrado Oskar Lafontaine que, de ser un rival, ha pasado a convertirse en enemigo declarado de Schröder. Las resistencias a estos recortes inevitablemente dolorosos, que afectarán a las pensiones, a las ayudas al desempleo y a muchas prestaciones sociales, son, lógicamente, fuertes en el partido del canciller, pero también en los ministerios más afectados y en los estados federados. No obstante, el paquete de medidas con las rebajas fiscales previstas parece tener hoy muchas posibilidades de aplicarse. Es un plan que Lafontaine no quiso hacer y que bajo el canciller Helmut Kohl no se podría probablemente haber hecho por la resistencia del partido que ahora la acomete. Pero es una señal de que el gigante alemán se mueve después de años de esclerosis.

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